La Magia de la Razón - Psicología Malena Lede




Si antes de tomar una decisión drástica, todos fuéramos capaces de contar hasta diez, nos ahorraríamos muchos sufrimientos y el mundo sería diferente.

La humanidad ha logrado increíbles adelantos científicos y tecnológicos, la expectativa de vida de los humanos se ha duplicado y aunque todavía hay guerras incomprensibles y el grado de desarrollo no es en todo el mundo igual; en general, hay mayor acceso a la educación, las condiciones de vida de mucha gente ha mejorado, y son numerosos los gobiernos que están tratando de eliminar la extrema pobreza.

Sin embargo, a nivel emocional y afectivo, hemos retrocedido; los valores humanos se están perdiendo, la violencia familiar arrasa los hogares dejando a la descendencia sin madres, las parejas se separan y muchos niños no ven más a sus padres mientras otros quedan del todo desamparados.
A esta cruel realidad se suman además otros flagelos como corrupción y el narcotráfico que hace que la decadencia moral avance sin freno en todos lados.

Los seres humanos, a diferencia de los animales, son seres pensantes; cuentan con un intelecto que les permite conocer el mundo en que viven y cambiarlo, pero también tienen instintos naturales que la razón no siempre controla.

Vivimos en un cosmos, o sea un todo organizado en el que existen leyes naturales inquebrantables y un cuerpo de leyes sociales para hacer posible la convivencia.

El hombre, para poder vivir en una sociedad, tiene que responder a dos amos, su propia naturaleza y la cultura; y no siempre la naturaleza y la cultura van de la mano, porque la mayoría de las veces chocan entre sí y provocan caos.

Actuar por impulso es dejarse llevar por la propia naturaleza básica mientras que la reflexión nos permite tener en cuenta al otro en tanto que otro, sus motivos, sus sentimientos, sus necesidades y sus proyectos.

Si antes de reaccionar podríamos detenernos a reflexionar y comprender cada situación en su contexto, comprobaríamos que la magia existe, porque cuando la razón impera ocurren cosas improbables que creíamos imposibles.

La cuestión es sólo dejarse llevar mansamente sin oponer resistencia, y tener paciencia para esperar el momento en que inexorablemente todo se ordena.

El dominio de uno mismo es la clave, porque es el ego el que se defiende y el que busca satisfacción para demostrar que vale.

Cuando el ego retrocede surge la magia, las preocupaciones desaparecen como por encanto y el amor se expande, porque ya no queda nada para defender, podemos soltar todo y bajar la guardia, entregarnos, no resistirnos más, ser libres para ser quiénes somos y dejar que la magia haga todo.

Malena