Lo amo pero no lo soporto - Psicología Malena Lede



Todos los días recibo comentarios de personas que viven en esta permanente contradicción, "lo amo pero no lo soporto", lo que hace que sus vidas en común sean poco menos que un suplicio.

Es difícil compartir un hogar con un compañero o una compañera en muchos aspectos incompatibles, sin embargo, a pesar de todo, las aman y también las necesitan.

A menos que las diferencias o defectos sean intolerables como podría ser la violencia, las agresiones o las adicciones, estoy convencida que muchos de las dificultades que se consideran imposibles de aceptar, se podrían sobrellevar, aprendiendo a manejar las situaciones difíciles en forma racional y no por impulsos.

No siempre estamos dispuestos a tratar a las personas como ellas necesitan ser tratadas. Exigimos pero no damos, queremos hacer las cosas a nuestro modo sin ponernos en el lugar del otro, deseamos la libertad sin las condiciones que nosotros mismos elegimos; y no somos capaces de comprender y aceptar al otro como es.

Cuando se acepta un estilo de vida luego es difícil cambiar, sin embargo, con paciencia y principalmente sin apuro ni presiones imprevistas, todo puede ser diferente, si se utiliza la inteligencia para actuar.

Todas las personas son influenciables de modo que no es imposible hacer que alguien que conocen bien, cambie de punto de vista si están dispuestos a actuar de manera civilizada.

Existen recursos para convencer a las personas a que cambie de opinión, sin que pierda su autoestima. La humildad para reconocer el valor de su punto de vista es uno de los recursos

El problema es que las personas no saben discutir y llevan todas las cuestiones que se plantean, al terreno personal, priorizando su orgullo y olvidándose de sus objetivos.

Si nos centramos en el cumplimiento de los objetivos, todo se puede negociar.

Observen que cuando se reconcilian con sus parejas generalmente no se pueden acordar por qué se pelearon, porque las peleas y discusiones sólo aparecen cuando se ataca uno a otro en forma personal y no por la cuestión en sí misma.

Después de algún tiempo, las parejas pueden conocerse cómo realmente son mutuamente, pueden saber qué le gusta al otro y que no, cuáles son sus preferencias, su manera de actuar, de pensar y de hacer las cosas. Recién entonces, resulta bastante fácil actuar sin ofender o molestarlo si ya saben cómo reaccionará a sus propuestas y buscar la forma diplomática de convencerlo.

Las parejas, así como ocurre en otros ámbitos como en los negocios, el deporte, la política o en los conflictos internacionales, tienen que aprender a negociar, o sea que si desean algo que el otro no comparte tienen que estar dispuestos a negociarlo por algo que ustedes no comparten pero que él quiere.

La negociación es la forma más efectiva, adecuada y pacífica para resolver un conflicto, porque ambas partes pueden ganar lo que desean si están dispuestas a ceder algo.

Las discusiones nunca tienen que llegar a ser personales y para lograrlo jamás tienen que perder de vista los objetivos.

Malena