La Desilusión Amorosa - Psicología Malena Lede



Una desilusión amorosa puede provocar un alto grado de estrés, la disminución de las defensas inmunológicas y el consecuente desarrollo de una enfermedad grave, porque todo pensamiento tiende a transformarse en su equivalente físico.

Todos pueden elegir sus estados mentales y descubrir la manera de cambiar sus vidas, porque el pensamiento es lo único que se puede controlar totalmente y el deseo de crear un estado mental positivo es lo que se necesita para empezar.

El temor a la pérdida del amor ya lo traemos en los genes y este temor, cuando no se puede controlar, puede provocar lo que se teme.

Las mujeres, por experiencia, suelen ser más susceptibles que los hombres al miedo al abandono y los celos surgen de este temor, haciendo que la relación se deteriore por las continuas disputas, por las sospechas y por el control que ejercen sobre su pareja tratando de descubrir una supuesta traición.

Las redes sociales y los celulares se convierten en pruebas fidedignas de una posible infidelidad y por esa razón se comete el error de violar la privacidad de una pareja, quebrando el respeto por el otro e invadiendo su espacio.

A veces una desilusión llega a marcar tanto a una persona que no le permite volver a creer en el amor. Piensan erróneamente, que cualquier eventual relación en el futuro terminará del mismo modo y los obligará a pasar por la misma experiencia, lo que hará que se nieguen a establecer nuevos vínculos por temor a la pérdida.

Piensan así más en el futuro que en el presente, sin darse cuenta que lo están programando con su mente.

El miedo a la pérdida del amor se controla tomando la decisión de pensar que somos capaces de seguir viviendo sin ese amor, que existen muchos otros motivos para vivir y nuevas personas por conocer; y que alguien que nos traiciona no merece nuestra preocupación.

La desilusión amorosa enseña que no hay que aferrarse ni a las personas ni a las cosas, porque se pierde la libertad y la autoestima, la persona se convence que la ruptura de la relación fue su culpa por alguna razón e inclusive llega a pensar que se la merece.

Sin embargo, la mayoría de las veces, el que se va, vuelve arrepentido después de un tiempo, porque ha tomado distancia y se ha dado cuenta que se ha equivocado.

La dificultad para tomar decisiones, la duda y el miedo son las actitudes que destruyen las relaciones.

Es necesario tomar la decisión de tener confianza en uno mismo, de valorarnos como personas y de no renunciar a ser quienes somos para mantener un vínculo que se ha roto.

Malena

Fuente: “Piense y hágase rico”; Napoleón Hill