Relación entre el cuerpo y la mente-Psicología Malena Lede



Si como es evidente, la humanidad tiene en común las mismas ideas arquetípicas, o sea normas de comportamientos emotivos y mentales, que condicionan nuestra conducta a través de fantasías simbólicas, pensamientos y actos, es posible que este fenómeno se manifieste en todas las actividades humanas, ya sean científicas, artísticas, tecnológicas o matemáticas.

Esto nos lleva a pensar que si todos los seres humanos tienen en su mente los mismos símbolos, entonces es posible que todas las mentes individuales también pueden estar conectadas de alguna manera entre sí.

Las investigaciones con perros realizados por Rupert Shaldrake, demuestran que no es sólo olfato lo que les permite comunicarse con sus dueños sino también su intuición o telepatía, porque cuando su amo piensa en volver a casa, estando aún en su oficina, el perro ya se coloca a la espera, detrás de la puerta.

Los evolucionistas modernos piensan que los fenómenos de sincronicidad, o sea, la ocurrencia de sucesos raros, excepcionales, aparentemente casuales, podrían explicar la rapidez en que se produjeron las mutaciones que hicieron evolucionar a las especies, ya que esas mutaciones, si se fueron dando solamente por azar, hubieran necesitado más tiempo para evolucionar que lo que permite la antigüedad de nuestro planeta.

Cuando se activa un arquetipo parecen ocurrir sucesos que parecen casuales. Un ejemplo son los casos de descubrimientos simultáneos.

Jung denominaba a estos sucesos “sincrónicos”, actos de creación en el tiempo, o sea coincidencias significativas que parecen ocurrir cuando existe una necesidad vital para un individuo de saber algo.
Esto también puede explicar por qué, frente a una gran necesidad o una situación límite, se pueden producir cambios significativos en una especie animal (sin causa racional) en su estructura material externa. Este fenómeno abre una conexión entre la microfísica y la psicología.

Hay que recordar que los conceptos de espacio, tiempo, materia, energía, campo, partícula, etc., existían desde muchos siglos antes en forma intuitiva en los filósofos griegos como ideas arquetípicas surgidas de tendencias mentales innatas.

Jung descubrió que para realizar sus investigaciones, la psicología analítica había tenido que crear conceptos que resultaron ser similares a los creados por los físicos.

Por ejemplo, la luz se puede describir como una partícula y una onda, dos conceptos que son opuestos desde el punto de vista racional, pero complementarios; o sea, que en ciertas condiciones de experimentación la luz se puede manifestar como partículas y en otras como ondas; y también se pudo descubrir que se puede observar la posición o la velocidad de una partícula pero no ambas al mismo tiempo; o sea que el observador influye en el experimento.

La relación entre la mente consciente y la inconsciente también son oposiciones complementarias; cada contenido inconsciente se altera al ser integrado en parte en la mente consciente del observador.

William James comparaba el concepto de “campo” de la física con la idea de inconsciente. En un campo magnético las partículas tienen un cierto orden, y los contenidos inconscientes también están ordenados según un modelo en el inconsciente, antes de hacerse conscientes.

Jung estaba convencido de la influencia del inconsciente en las enfermedades denominadas psicosomáticas; porque la materia y la psique no son unidades separadas entre sí y los arquetipos tienden a manifestarse en ambas.

Malena

Fuente: “El hombre y sus símbolos”; Carl G. Jung.