Parejas independientes - Psicología Malena Lede




Existen parejas con hijos, que conviven en la misma casa,  pero que se desenvuelven en forma independiente en la vida cotidiana.

Se trata de gente que está haciendo lo que le gusta y que vive la mayor parte de su tiempo concentrada en su propio interés.

Son personas que se sienten bien con sus propios quehaceres y que tal vez no pueden brindar lo que se espera de ellos, o sea una preferencial  dedicación a la familia y a los hijos.

Pasan muchas horas trabajando afuera o sentados frente a la computadora, hablan por teléfono, pasan horas contestando su correspondencia y pueden dar cátedra de sus conocimientos pero con su pareja e hijos hablan sólo lo necesario.

Es común que las personas que se parecen se agraden mutuamente y deseen formar pareja, como en este caso, cuando ambos están muy dedicados y concentrados en sus respectivos trabajos.

Los hijos de estas parejas se acostumbran de esta forma  a tener padres fríos y distantes que no les dan demasiada confianza y aprenden a hacer lo mismo; o sea a dedicarse a sus cosas como hacen ellos.

Son hogares que aunque parezca increíble pueden funcionar con un equilibrio sorprendente; en los que los niños son como adultos porque desde muy chicos se han tenido que acostumbrar a arreglarse solos, saben hacerse un sándwich cuando no hay nadie y se acuestan cuando quieren pero con la condición que al día siguiente se levanten ni bien el despertador suene.

Estos chicos tienen valores incorporados porque han aprendido que antes que nada están las obligaciones, que quejarse es lo que hacen los débiles, que en esta vida tienen que enfrentar con valentía lo que les toca y no esperar que los demás les hagan lo que tienen que hacer ellos.

Desde chiquitos se visten solos, aunque salgan con un zapato de un color y otro de otro, hacen sus deberes sin ayuda y pocas veces se atreven a no respetar sus límites.

No es la mejor manera de vivir pero tampoco la peor, porque a veces, el exceso de confianza, la permisividad y la falta de proyecto de vida de los padres suele ser el caldo de cultivo óptimo para criar hijos haraganes,  buenos para nada e  incapaces de hacer un esfuerzo propio, que no saben lo que quieren y que se aburren de todo.

Claro que en estos hogares puede faltar diálogo y demostraciones de afecto, pero el amor es algo que se puede expresar de muchas formas, sin necesidad de hablar tanto.

El hecho de estar los padres presentes cumpliendo su rol y sin perder de vista a sus hijos aunque estén pensando en otra cosa, es algo que muchas veces no se hace y que puede ser más importante que muchos besos y abrazos que se suelen dar a los hijos para no sentir culpa por considerarlos una carga.

Tener padres que estén cumpliendo su propósito personal es la mejor enseñanza de vida que pueden recibir los hijos; sin embargo, no es lo más común,  lo usual es tener padres frustrados, amargados y resentidos que proyectan toda su frustración y su propia culpa en ellos.

Malena Lede  - Psicóloga