La libertad del hombre moderno - Psicología Malena Lede




Las doctrinas religiosas constituyeron durante muchos siglos una respuesta a las necesidades psicológicas de la humanidad.

Pero existe un doble aspecto de la libertad sin límites, porque junto al sentimiento de independencia de los vínculos tradicionales que genera, también hace que los individuos se sientan solos, aislados y que las dudas y la angustia los lleve a involucrarse en otras formas de sumisión y a la práctica de actividades de tipo compulsivas e irracionales.

Esta nueva forma de dependencia puede otorgarle al hombre más confianza en sí mismo y mayor capacidad de crítica, pero también puede volverlo más inseguro y atemorizado y llegar a transformarse en una carga pesada para el individuo.

Libre de los enemigos externos de la libertad, ahora  el individuo tiene que luchar consigo mismo.
Si bien es cierto que la auténtica religiosidad es la que está de acuerdo con la conciencia, lo que se ha perdido es la capacidad de tener fe en algo trascendente, más allá de la ciencia.

Por otro lado, todavía existen demasiadas interferencias para que los individuos se atrevan a pensar libremente por sí mismo, como la opinión pública, la propaganda, la necesidad imperiosa de adaptarse al entorno y el temor a ser distinto.

Todo esto nos conduce a pensar que es necesario partir de un nuevo concepto de libertad que le permita a los seres humanos realizarse plenamente y al mismo tiempo tener fe en sí mismos y en la vida.

Los avances tecnológicos y de la ciencia son innegables e inestimables para la humanidad, de modo que todo juicio crítico sobre la sociedad moderna no puede perder de vista el enorme progreso que ha significado para el desarrollo individual y social.

El individuo dejó de estar sujeto a su condición de nacimiento que determinaba su destino y ahora puede aspirar a una mejor posición personal más allá de los límites tradicionales.  Tiene la oportunidad de triunfar pero también de fracasar, porque es suyo el riesgo que tiene que asumir para demostrar sus habilidades y competir.

Este nuevo orden social exige aprender a contar con uno mismo sin muletas ocasionales, asumir la responsabilidad de las propias decisiones y también hacerle frente a la soledad más absoluta y a un inevitable sentimiento de impotencia.

La persona ha logrado poder pensar en forma individual pero quedó abandonado a sí misma, lejos del otro y de Dios; porque la libertad DE hacer lo que desea individualmente cortó todos sus vínculos.

El hombre y la mujer actual están solos, todo lo que hacen lo hacen para sí mismos; para servir a su propio interés y a su hedonismo.  Su única motivación son las ganancias materiales y el éxito personal, considerados fines en sí mismos; pero olvida que toda actividad sólo tiene significado y dignidad cuando favorece los fines de la vida, cuando somos importantes para alguien y somos capaces a la vez de hacerlo feliz..

Malena Lede – Psicóloga
Fuente: “El miedo a la libertad”; Erich Fromm