La experiencia nos
muestra a diario parejas bien avenidas pero que tienen distinto proyecto de
vida.
Como es lógico en
algún momento, como una bomba de tiempo, esta situación estalla y produce muchos
corazones rotos.
Es un hecho real
que por lo general las mujeres sean las más interesadas en formar una familia y
tener hijos. Claro que como en toda
regla existen excepciones, pero lo más común es que luego de varios años de
relación, sea la mujer la que insista en formalizar la situación y que su
pareja se niegue; por varios motivos, porque
está cómodo, porque todavía “no está listo”, porque no quiere sentirse atado ni
tener responsabilidades o por cualquier otro motivo personal que no siempre es
fácil de aceptar.
No es raro que por
ese motivo esa relación se termine a pesar de haber pasado varios años juntos.
El tiempo es oro y
es necesario aumentar la autoestima y respetar más los propios proyectos,
porque vivir haciendo lo que quiere otro no proporciona felicidad sino mucha
frustración, ira y hace que lo que antes era amor se transforme en odio.
No podemos
renunciar a los propios proyectos sin ninguna consecuencia; porque
frecuentemente esta frustración puede producir con los años una depresión
cuando ya es demasiado tarde.
Ningún hombre vale
tanto como para renunciar a nosotros mismos, por eso es muy importante no
involucrarse sentimentalmente sin antes dejar bien claro qué es lo que se
espera de cualquier eventual relación estable.
Tampoco es
recomendable que el hombre acepte esas condiciones a regañadientes, como
haciéndoles un favor, porque entonces no se comprometerá lo necesario y lo más
probable es que continúe su mismo estilo de vida sin asumir ninguna
responsabilidad.
Yo sé que esto es
fácil decirlo y difícil hacerlo cuando ya se han enamorado y llevan varios años
juntos, pero siempre es mejor terminar un vínculo amoroso antes que haya niños
involucrados.
Creo que todos
tenemos la capacidad suficiente como para evaluar a las personas ni bien las
conocemos, sólo que no es fácil eludir la seducción de quien posee todas las
armas para eso.
Pero de esa
seducción queda muy poco cuando comienzan a detectarse otras características que
nos advierten claramente del peligro que estamos corriendo si nos relacionamos
con esa persona.
En toda relación
siempre hay que pensar con la cabeza y también con el corazón ya que por alguna
razón el corazón también tiene neuronas.
Malena Lede -
Psicóloga
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