El FRACASO AMOROSO - Psicología Malena Lede





El dolor por haber fracasado en una relación de pareja se puede aprovechar para conocerse más a uno mismo y para no volver a repetir historias.

Estas experiencias producen la pérdida de la autoestima y de la confianza en uno mismo, sin embargo, la valoración personal no depende de si tenemos o no pareja sino de quienes somos y cómo realmente somos como personas individuales.

El problema no es el fracaso sino por qué anhelamos continuar una relación que ya no funciona y que nos está haciendo daño.

Una relación sana  tiene que proporcionar más tiempo de felicidad que de sinsabores y ambos deberían dar y recibir en forma equitativa.

Muchas veces las relaciones enfermas se mantienen por comodidad, porque es muy duro empezar de nuevo, por tener que mudarse, por cuestiones económicas, por tener que enfrentar la soledad o por no tener que sufrir el disgusto de ser otra vez soltera o soltero.

Claro que si hay niños y no se tiene independencia económica, para una mujer la separación es más difícil, sin embargo, se puede comenzar a planificar el futuro y elaborar un proyecto posible para poder lograrlo en el más corto plazo.

El único responsable de la felicidad siempre es uno mismo, porque nunca viene de afuera sino de adentro de nosotros mismos. 

Esto explica por qué puede haber muchas mujeres viviendo una buena relación de pareja pero insatisfechas y sufriendo de depresión, por haber creído que con eso bastaba y no haberse atrevido a desarrollar su potencial para seguir creciendo como personas.

Los corazones heridos se curan y no dejan cicatrices si no se cometen los mismos errores. Pero los que no quieren cambiar, los que se quedan estancados y culpan a los otros de sus fracasos, eligen quedarse fijados al pasado y no se atreven a imaginar un futuro distinto.

Si no defendemos nuestro espacio, nuestra autoestima y nuestra forma de pensar los demás tampoco nos respetarán y sólo podemos amar a otro si antes no aprendemos a querernos a nosotros mismos.

Los fracasos nos enseñan a no cometer el mismo error dos veces, a no repetir patrones de comportamiento que nos hacen infelices a valorarnos más para que los otros también nos valoren.

Malena Lede - Psicóloga