El dolor por haber
fracasado en una relación de pareja se puede aprovechar para conocerse más a
uno mismo y para no volver a repetir historias.
Estas experiencias
producen la pérdida de la autoestima y de la confianza en uno mismo, sin embargo,
la valoración personal no depende de si tenemos o no pareja sino de quienes somos
y cómo realmente somos como personas individuales.
El problema no es
el fracaso sino por qué anhelamos continuar una relación que ya no funciona y
que nos está haciendo daño.
Una relación sana tiene que proporcionar más tiempo de felicidad
que de sinsabores y ambos deberían dar y recibir en forma equitativa.
Muchas veces las
relaciones enfermas se mantienen por comodidad, porque es muy duro empezar de
nuevo, por tener que mudarse, por cuestiones económicas, por tener que enfrentar
la soledad o por no tener que sufrir el disgusto de ser otra vez soltera o
soltero.
Claro que si hay
niños y no se tiene independencia económica, para una mujer la separación es
más difícil, sin embargo, se puede comenzar a planificar el futuro y elaborar
un proyecto posible para poder lograrlo en el más corto plazo.
El único
responsable de la felicidad siempre es uno mismo, porque nunca viene de afuera
sino de adentro de nosotros mismos.
Esto explica por
qué puede haber muchas mujeres viviendo una buena relación de pareja pero
insatisfechas y sufriendo de depresión, por haber creído que con eso bastaba y
no haberse atrevido a desarrollar su potencial para seguir creciendo como
personas.
Los corazones
heridos se curan y no dejan cicatrices si no se cometen los mismos errores. Pero
los que no quieren cambiar, los que se quedan estancados y culpan a los otros
de sus fracasos, eligen quedarse fijados al pasado y no se atreven a imaginar un
futuro distinto.
Si no defendemos
nuestro espacio, nuestra autoestima y nuestra forma de pensar los demás tampoco
nos respetarán y sólo podemos amar a otro si antes no aprendemos a querernos a
nosotros mismos.
Los fracasos nos
enseñan a no cometer el mismo error dos veces, a no repetir patrones de comportamiento
que nos hacen infelices a valorarnos más para que los otros también nos
valoren.
Malena Lede -
Psicóloga
Publicar un comentario
Muchas gracias por participar de este espacio!