EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR - Psicología Malena Lede




En 1978, dos psicólogas norteamericanas, Pauline Clance y Suzanne Imes, denominaron “síndrome del impostor” al conjunto de síntomas que padecen las personas que desempeñan tareas creativas cuando tienen éxito y creen que no se lo merecen.

Estas personas tienen pensamientos recurrentes sobre la legitimidad y el valor de su trabajo, creen haber estado perdiendo el tiempo engañando a todos y que en algún momento se descubrirá que no son ni tan inteligentes ni tan creativos sino vulgares impostores.

Esta afección se relaciona con la baja autoestima, el temor al fracaso, la desvalorización del propio trabajo y la poca confianza en sí mismo.

El hecho de contar con una vasta experiencia en lo que hacen y haber desarrollado una gran habilidad profesional, hace que no puedan evitar pensar en que lo que hacen es fácil y que cualquier otro también podría haberlo hecho, incluso mejor.

En el área creativa esta sensación es bastante común en las personas inseguras que no pueden creer que lo que hacen sea celebrado y reconocido por otros.

Es cierto que el trabajo creativo exige arriesgarse a caer desde más alto, porque como toda tarea nueva implica exponerse más que el que hace algo rutinario. Sin embargo, ese sentimiento no tiene necesariamente que resultar paralizante sino que puede servir para no “sentarse en los laureles”, estar siempre atento a los procesos que van generando y ser más flexibles con la autovaloración.

Hay que tener en cuenta que las ideas nuevas no son el resultado de la reflexión sino que suelen surgir espontáneamente sin mucho esfuerzo, lo que favorece la sensación del individuo de ser un fraude.

El trabajo creativo surge como resultado de una manera de pensar no lineal, de modo que todos podemos ser creativos principalmente en algo que nos interese.

Claro que además de ser creativos hay que perseverar, porque no siempre las ideas nuevas surgen en el momento histórico que pueden ser desarrolladas y puestas en práctica masivamente. A veces pueden pasar muchos años,  hasta que un día otra persona las retoma en el momento justo y recién entonces resultan ser un éxito.

A lo largo de la historia de la humanidad esto ha ocurrido muchas veces con los grandes genios que se adelantaron siglos a su tiempo y no pudieron ver el resultado de sus inventos.

Malena Lede - Psicóloga