Todos tenemos en
nuestras conciencias nuestro propio código de valores, que lamentablemente está cayendo en desuso, que puede ser una guía
saludable para vivir y relacionarse mejor o convertirse en un implacable juez
interno y transformarse en una pesada carga hasta la reparación de la falta cometida.
Un sentimiento de
culpa puede torturar a una persona muchos años, puede tratarse de una
negligencia, de la falta de cumplimiento de un compromiso, de errores voluntarios,
de daños provocados por no prestar atención, o por haber actuado en contra de los
propios valores.
Ser debidamente
responsable es lo deseable pero ser demasiado responsable puede hacernos muy
infelices.
La realidad es que
no podemos salvar ni evitar sufrimientos a todo el mundo, pero sí podemos
ayudarnos a nosotros mismos dejando de ser tan omnipotentes.
El problema es que
los demás se pueden aprovechar de los sentimientos culposos de una persona para
manipularla, controlarla y usarla para sus propios fines.
Hay que tener
presente que responsabilizar a los demás de las cosas que ocurren, es una
estrategia efectiva que crea en esas personas la necesidad de una reparación
aunque no les corresponda.
Hay que saber
distinguir entre la propia responsabilidad y la responsabilidad de los demás y
aprender a aceptar sólo el propio sentimiento de culpa y dejar que los otros
hagan lo mismo.
La culpa esconde un
sentimiento de poder, o sea creer que uno puede ser capaz de hacerse cargo de
todo lo que pasa y cambiar el curso de los acontecimientos.
Sin embargo, nadie
tiene ese poder y el hecho de darse cuenta de esa limitación, puede afectar la
autoestima, tomar conciencia de la propia vulnerabilidad.
Somos responsables
de nuestros actos y de nuestras decisiones pero no de los hechos ni de las
situaciones provocadas por la voluntad de otros.
Si somos
conscientes de haber cometido una falta necesitamos repararla, incluso de
manera simbólica, por ejemplo, si la persona afectada ya ha fallecido; pidiéndole
perdón con el pensamiento o rezando por ella.
Además, de nada
sirve sentirse culpable por todos los males de este mundo, que no está en
nuestras manos solucionar. Es mejor asumir
las responsabilidades que nos tocan de la mejor manera, dando lo mejor de nosotros mismos.
Malena Lede -
Psicóloga
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Hola Malena! Antier el dia antes de operarme me daba cuenta que mucha gente hace trastadas también. Yo ahora no hago ninguna. Me siento querido. Es que creia que yo era el único pecador del mundo. Eso creí durante un tiempo.
ResponderEliminarMe dijo un psicólogo que en España donde vivo era un país con mucho ladrón. Que yo había visto hacer cosas de esas. Era un niño que imitaba comportamientos. A mi padre el codicioso. Menos mal que él trabaja para conseguir dinero. Aunque alguna trampa haga.
Podría disfrutar de este momento de felicidad por obrar bien que tengo ahora!! Que llevo veintidós años haciendo el bien! Creo que es por cuidados...si estás bien cuidado y no te pones en tentaciónes... Aunque hay que vivir. No podemos vivir en una cuna maternal siempre! Mi madre sí la dejas te quiere evitar tentaciones. Pero hay que salir de su casa uno en la vida! Y aprender a vivir! Que tienes deseos sexuales! Luchas contra eso! Es asi!
Mi madre es buena madre. Cariñosa, amigable, trabajadora, sincera, honesta, sacrificada, luchadora...pero tiene defectos. Como todo quisque. Como yo.
Sus defectos son inocencia. Aunque la inocencia es positiva. Creo yo. Personas inocentes hacen un grupo amoroso. Eso da felicidad!
Saludos, suerte, gracias
Pablo Manuel
hola Pablo, espero que te sientas mejor, cuida a tu madre y a tus hermanos y te devolverán con la misma moneda. saludos, malena
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