Conduzca más
despacio su automóvil y disfrute del viaje, camine tranquilo, coma despacio
saboreando cada bocado, tómese unos minutos por día para meditar, no se apure y
preste más atención a lo que está haciendo tratando de no pensar ni en lo que hizo
antes ni en lo que va a hacer después. Se sentirá más relajado, más dispuesto,
más animado, de mejor humor y logrará una mejor calidad de vida libre de
estrés.
Carlo Petrini fue el
fundador hace más de treinta años, de la filosofía SLOW, que en inglés significa LENTITUD, en la que propone actuar en la vida en forma
más lenta.
Desde entonces
fueron surgiendo nuevos movimientos en muchos países centrados en difundir la
lentitud en cada una de las actividades humanas,
como por ejemplo el de comer lentamente “slow food”. que eligen los restaurantes
donde se puede comer tranquilo, sin apuro, hacer sobremesa y conversar, que viene a ser lo contrario de los “fast food”; o las “slow cities” (ciudades que deciden adoptar una
vida más pueblerina, con carriles para bicicletas y habilitando más calles
peatonales, o los que se dedican al “slow sex”, para mejorar las relaciones de pareja, en los que se enseña tantra y masaje erótico; porque hay que saber que el movimiento “slow” no es nada nuevo ya que formaba parte de la antigua filosofía zen.
La gente añora la
calma pero no puede evadirse de un entorno caótico que lo atropella en las
calles, que le exige rapidez, velocidad, dinamismo y estar en perpetua tensión.
De esa manera hemos
aprendido a vivir anestesiados y a dejar de ver y sentir los placeres y la
belleza de lo más pequeño y cotidiano; porque en un mundo veloz sólo las cosas
muy excitantes se logran apreciar y es inevitable volverse cada vez más
insensible.
Lo importante es
que la práctica de la lentitud puede ayudar para cambiar la vida.
Si pensamos que
somos seres finitos podemos ampliar nuestra perspectiva y comenzar a ver todo
lo que no vemos, por el afán de perseguir
objetivos cada vez más ambiciosos.
Es necesario elegir
los propios objetivos entre el enorme
abanico de posibilidades, lo que le da sentido a la existencia, lo que nos hace más felices y ser capaces de renunciar
a otras cosas que seguramente otros harán mucho mejor que nosotros.
Podemos proponernos
muchos objetivos, pero no para competir o ganar, sino para disfrutar de ellos,
sin ponernos plazos y sin apegarnos a ellos.
Puede que en algunos
momentos experimentemos dudas, porque es natural que exista dualidad en las
emociones, sólo hay que aprender a perseverar para continuar aportando nuestra
pequeña pero personal contribución al mundo aunque nos parezca mínima y
aprender a vivir sin presiones y más tranquilo.
Malena Lede -
Psicóloga
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