El complejo de
inferioridad - concepto de Adler (1870-1937); médico psicoterapeuta, fundador
de la Psicología Individual - se origina en una inferioridad física sufrida en
la infancia, que el individuo intenta compensar con una exaltación de su
personalidad impulsado por la voluntad de poder.
Para Freud, el
complejo de inferioridad no se relaciona con una inferioridad física sino que
es el resultado de un daño sufrido en la infancia, debido a graves carencias afectivas.
Adolf Hitler llevó
el apellido de su madre hasta los 39 años, porque su padre, quien lo castigaba
frecuentemente con un palo, fue hijo
ilegítimo y recién pudo reconocerlo cuando regularizó su filiación.
Hitler quería ser
pintor de cuadros pero no tenía suficiente talento. Intentó ingresar a la
Academia de Bellas Artes dos veces pero no lo logró.
Hitler no logró
terminar sus estudios secundarios, no tenía experiencia política, ni sindical y
como militar sólo llegó a ser cabo; no tuvo familiares ni amigos influyentes,
tampoco dinero; ni siquiera tenía al principio la ciudadanía alemana, porque
era austriaco; sin duda era todo un perdedor, pero si tenía un gran complejo de inferioridad que le exigía hacer
algo extraordinario y que era su motivación para hacerse valer.
Cuando falleció su
madre se mudó a Viena donde realizó distintas tareas menores para mantenerse,
durmiendo en hoteles baratos y comiendo en lugares para indigentes; pero con el
tiempo su condición mejoró pintando cuadros.
Trató de eludir el
servicio militar para evitar mezclarse con otras razas pero finalmente fue
declarado no apto.
Hitler se trasladó
a Alemania declarando que abandonó el Imperio Austro-húngaro porque la mezcla
de razas en Viena le repugnaba.
Cuando estalló la
Primera Guerra Mundial (1914) se presentó como voluntario en el Ejército alemán;
donde se dio cuenta que su objetivo en la vida era salvar a Alemania.
Su primera oportunidad
como político fue trabajando como espía militar. Posteriormente se adhirió a un
pequeño partido político, al Partido Obrero Alemán, donde llamó la atención de sus
superiores por la intensidad de sus discursos; cobrando con el tiempo mayor
protagonismo.
Llegó a acceder al
máximo poder con la misión de nacionalizar las masas, destruir al enemigo
interno, (judíos y marxistas), construir defensas y expandirse para adquirir
nuevos territorios.
La historia de
Hitler muestra que padecía de un complejo de inferioridad adquirido en la
infancia, por carencias afectivas y por su sentimiento de minusvalía, que trató
de compensar con su delirio de grandeza y su ambición de poder.
Malena Lede -
Psicóloga
Fuente: Diccionario del Psicoanálisis - Laplanche y Pontalis.
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