MI NOVIO NO ME DICE QUE ME AMA - http://psicologia-malenalede.blogspot.com




Muchas relaciones de pareja fracasan porque después de un tiempo ocurre lo inevitable,  el romance se acaba.

Para las chicas jóvenes es difícil entender que el romance no puede durar para siempre, simplemente porque nada dura para siempre y porque particularmente el romance es propio de los primeros tiempos de una relación, cuando ambos se sienten atraídos como imanes, cuando todavía pueden estar diez minutos mirándose a los ojos y cuando el único interés que le da sentido a sus vidas es estar juntos.

Pero la vida no se centra solamente en el amor de pareja, existen otros intereses tan atractivos como el amor, por ejemplo un trabajo, un oficio, un estudio, un deporte, una carrera, estar con amigos o familiares que también demandan tiempo y dedicación y cuya compañía también puede ser importante.

No se puede jurar pasión eterna, pero si se puede prometer amor eterno con momentos de pasión que no monopolizará sus vidas,  los hará sentirse felices pero no bastará para sentirse plenamente realizados.

Las personas que se resisten a madurar y que cambian continuamente de pareja cuando se termina el romance, no están preparadas todavía para una relación estable a largo plazo, porque prefieren no avanzar y quedarse estancados en la luna de miel, que por supuesto pasa, dejando lugar a una forma de relación diferente, más madura pero no necesariamente menos satisfactoria.

Idealizar a la pareja es una señal de inmadurez, porque las personas maduran, cambian, evolucionan, no permanecen siempre igual como entelequias, en el mejor de los casos crecen, adquieren experiencia y seguridad, se hacen más interesantes como personas aunque tengan unos kilos de más y pierdan el pelo.

El cambio es lo único que no cambia y negarse a aceptarlo es algo propio de los niños y no de gente madura.

La falta de madurez de los jóvenes de hoy se relaciona con el miedo a la vida, miedo a envejecer, a la pérdida, al futuro, al compromiso y a las responsabilidades.

El mundo se está transformando en un gran jardín de infantes, lleno de personas de más de treinta y de cuarenta años que se siguen comportando como adolescentes y que continúan cometiendo travesuras como los niños, pero más peligrosas, aferrados a su adolescencia.

Malena Lede - Psicóloga