Las personas viven aferradas a ideales pero luego la realidad los decepciona. Tratan inútilmente
de encontrar un ideal en un mundo cada vez más lleno de personas solitarias.
En las grandes ciudades se encuentran todo tipo de personaje que trata de llamar la atención con sus
excentricidades mientras el resto deambula desorientado intentando encontrar el amor, sin
lograrlo.
Sin embargo, la mayoría consciente o no, está en la misma búsqueda,
encontrar a alguien en quien confiar para amar y sentirse amado; y cuando creen
haberlo encontrado se entregan de lleno a esa pasión sin pensarlo demasiado,
porque creen haber tocado el cielo con las manos.
Pero pasa el tiempo y las cosas cambian, inevitablemente
ambos se conocen más a fondo y alguno de los dos o ambos, comienzan a sospechar
que una vez más ese ser no era el que había esperado sino un espejismo en el estéril desierto de su alma solitaria.
Es entonces cuando la frialdad de las miradas, de
los besos y de los abrazos indica que todo ha terminado.
Uno de ellos abandona la relación desilusionado
mientras el otro, tal vez más profundo en sus afectos, queda sin esperanza y con el dolor de haber sido abandonado.
El amor es ilusión, o sea una percepción errónea,
porque vemos lo que queremos ver y no lo que en realidad es.
Es que en los encuentros amorosos las parejas no se toman el tiempo
necesario para conocerse mejor, se intima antes de saber bien quién
es el otro, cuáles son sus expectativas, sus proyectos, su estilo de vida, es lo
mismo que pagar por una prenda que no se ha visto ni probado, como salir de
vacaciones sin saber el destino, como estudiar una carrera sin saber por qué.ni
para qué.
El desaliento sobreviene cuando alguno de los dos se
da cuenta que esa pareja no tiene sus mismas intenciones ni el mismo proyecto
de vida, que ambos no tienen compatibilidad alguna, que fue una
atracción pasajera que sólo deja como saldo el gusto amargo de la desilusión y de la
bronca.
Todavía existen los hombres que son para una sola
mujer, claro que tal vez esos no llaman tanto la atención como los que han
desarrollado una espectacular musculatura a fuerza de estar muchas horas en el
gimnasio mientras los otros estaban trabajan.
Hay que conocerse bien a si mismo y saber lo que se
quiere para no sufrir desilusiones; no ver sólo un cuerpo sino también ser
capaz de vislumbrar el alma y descartar a todos aquellos que amenacen con
interponerse a los propios objetivos antes de entregarse.
Malena Lede - Psicóloga
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