La tecnología avanza en forma asombrosa y con ella también
avanza para muchos, una manera más fácil de conectarse con desconocidos y
explorar la arriesgada oportunidad de jugar con fuego.
Un juego peligroso porque nunca se sabe con quién
realmente están tratando, si es alguien real o si es una fachada creada para
atrapar a incautos, extorsionarlos, estafarlos o simplemente aprovecharse de
algún modo de su credulidad para sacar ventaja.
Aunque las personas que se prestan a ese juego no hayan
llegado a un contacto real, su proceder revela una necesidad primitiva de
aventuras y la secreta intención de lograr en algún momento un encuentro cara a
cara, y eventualmente tener la oportunidad de hacer realidad sus fantasías.
La persona que necesita la intermediación de una
máquina para relacionarse con el otro sexo, o eventualmente con el mismo si la intención es dejarse llevar por
postergadas tendencias homosexuales, es alguien que ya está poniendo en
evidencia su vulnerabilidad, el punto débil que lo convierte en la víctima
ideal para cualquier delito.
Estamos viviendo una época de excesos indeseables, exceso de estimulación, exceso de diversión, exceso
de alcohol y otras sustancias y exceso de prácticas peligrosas que ponen en
peligro la vida de las personas.
La violencia no es más un hecho aislado desatado por
alguna circunstancia como atenuante, sino que es la regla, o sea una conducta
espontánea que adoptan ciertos grupos para divertirse y regocijarse con el
sufrimiento de las ingenuas víctimas que caen en sus manos.
Es bien sabido que cuanto más vulnerable resulta una
víctima más satisface el morbo de las mentes desequilibradas.
¿Qué ejemplos les están dando a sus hijos? La falta de
respeto por los valores humanos y su decadencia moral que está llevando a las
sociedades desarrolladas al borde del abismo.
Chatear con desconocidos en la red no es un juego de
niños inocentes, es la forma más eficaz de buscarse problemas, la manera más
fácil de conectarse con delincuentes, mafiosos e inescrupulosos y de arriesgar a la familia
exponiéndola a situaciones impredecibles.
Malena Lede - Psicóloga
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