Solamente el que
sabe lo que quiere encuentra lo que busca; los otros, que no se deciden a ser
quienes son y que se debaten en la duda por temor a equivocarse, están
condenados a deambular sin rumbo agobiados por sus sentimientos de fracaso.
Fracasan en sus
tareas y en sus relaciones, porque no saben lo que quieren y tampoco quieren
saberlo porque lo que están eludiendo es el compromiso, no saben que precisamente comprometerse con una decisión es lo que les enseña a confiar en sí mismos
Sin embargo, todo
ser humano puede revertir esa actitud, pensar en todo aquello
a lo que renunció y darse cuenta que todavía está a tiempo para cambiar; decidir hacer aquello que le
gustaba hacer y que abandonó, recuperar a la mujer que perdió por temor a perder la libertad y a los amigos que olvidó y renovar las antiguas inquietudes a las
que renunció. Porque seguir en ese estado de
inercia inoperante, lo condenará al estancamiento y a la frustración y a
sentirse aparentemente cómodo pero genuínamente desconforme.
¿Qué es lo que
quiero? ¿Qué es lo que me sale bien sin hacer mucho esfuerzo? ¿Qué es lo que me
hace perder la noción del tiempo? ¿Qué es lo que me hace descubrir el sentido
de la vida?
Cualquier edad nos
permite empezar de nuevo, encontrar algo por qué vivir, dejar una huella en este mundo.
Empezar de nuevo es
algo que tenemos que aprender ya que muchas de las cosas que acostumbramos
hacer, alguna vez terminan. Un trabajo,
un estado civil, la responsabilidad de los hijos, las pérdidas afectivas, los
quebrantos económicos, las inevitables despedidas.
Nada es eterno y
aún los sentimientos se olvidan; por eso,
saber lo que queremos es esencial para enfrentar con entereza esos
vaivenes de la vida.
Algunos creen que
el sexo es todo, otros se juegan por un sueldo fijo aunque hayan tenido que
postergar sus más profundas necesidades y no son pocos los que permanecen
inestables sin darse cuenta de que están navegando a la deriva, sin rumbo fijo.
¿Quién soy? ¿Dónde
estoy? y ¿Hacia dónde voy?; tres preguntas esenciales que hay que hacerse
alguna vez en la vida, porque afortunadamente, nunca es tarde.
Malena Lede -
Psicóloga
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