LA SOLEDAD DE LOS MUERTOS VIVOS - Psicóloga Malena Lede




Estar solo y sentirse bien sin compañía es un signo de madurez y también es la condición necesaria para poder disfrutar sanamente de la relación con otros.
 
La baja autoestima, la dependencia, la pereza o los miedos son los problemas que no permiten disfrutar de sí mismo.

La conciencia de ser una persona autónoma y libre, responsable de su propio destino es la que hace posible disfrutar de la soledad; porque los momentos de soledad bien vividos enriquecen, favorecen el autoconocimiento y  hacen crecer; y el silencio es la condición necesaria para poder concentrarse, bucear en la interioridad y llegar a ser la persona que se es.

Vemos diariamente a nuestro alrededor a personas solas que transitan por la vida conectados a un teléfono, hablando con otro o escuchando música, sin darse cuenta de todo lo que está pasando a su alrededor, mirando sin ver y oyendo sin oír.

Esas personas no pueden estar a solas consigo mismas, necesitan ruidos, música, charlas intrascendentes, opiniones de otros, información irrelevante o enterarse de historias banales ajenas.

De esta forma sus cabezas se llenan de basura tóxica, de ansiedades ajenas y preocupaciones, lo que hace que las propias vivencias internas ocupen un lugar secundario, se ignoren o que sean desparramadas a diestra y siniestra de la misma manera, creando confusión y desasosiego a  otros.

Lo más efectivo para dejar de sentirse solos y cortar el cordón umbilical con el otro es el trabajo, cualquier tarea que  obligue a pensar y a concentrarse.  Tiene que ser algo placentero que ocupe la mente y  que permita ser creativo.

El trabajo creativo es el que nos hace perder la noción del tiempo y sentirnos vivos.

Nunca es tarde para ser creativo, cuando se es capaz de cambiar las quejas por nuevas ideas o proyectos.

Vivimos en un mundo de gente solitaria que sólo se comunica por teléfono, la distancia ideal para evitar el compromiso personal y la relación cara a cara; gente aburrida y ociosa, incapaz de socializar personalmente con los otros. Es la sociedad de los muertos vivos.