EL VALOR DEL EFECTO PLACEBO - Psicóloga Malena Lede



En general, cuando una persona se siente enferma o presenta algún síntoma de una posible enfermedad, antes de consultar con un médico recurre a remedios caseros, a menos que esos indicios de algo irregular sean graves.

Algunos remedios caseros pueden tener una base científica como los tes de  hierbas, otros pueden pertenecer a las artes milagrosos de mano santas y curanderos.

Pero lo cierto es que, aunque estos últimos no tengan todavía fundamento científico, a muchas personas les hacen bien.

¿Cómo actúa el efecto placebo? Nadie lo sabe todavía. Supuestamente actúa desde la imaginación y depende de la actitud que adopta la persona afectada, a  sus creencias y a las ganas que tenga de vivir.

Es un potencial cerebral que aún no se conoce pero que recién ahora se está estudiando con seriedad;  que aparentemente actuaría para restablecer el equilibrio del cuerpo.

Después de todo,  la medicina comenzó siendo el arte de los hechiceros y de los brujos, que aplicaron los remedios provenientes de la naturaleza por intuición.

Los brujos saben que cuando el cuerpo sufre el alma es la que se enfermó primero, creen que todo en la naturaleza tiene su espíritu y que a ese nivel se pueden lograr las curaciones.

Todos los remedios válidos científicamente, además de sus cualidades específicas terapéuticas también actúan como placebos; porque es verdad que si creemos que nos van a hacer bien el resultado será más satisfactorio. 

Incluso tratándose de un elemento inocuo,  puede dar los mismos resultados que un medicamento específico.

El médico mismo puede ser un placebo, si su actitud frente al enfermo es positiva, si tiene capacidad de empatía, si lo tranquiliza, si lo comprende y lo escucha con atención.

Me pasó a mi algo curioso. La semana pasada fui a ver al cardiólogo que me atiende en forma regular para cumplir con una visita de rutina.

Le comenté de paso,  que estaba sufriendo una inflamación del nervio ciático y que me dolía la pierna al caminar y también en reposo, lo cual no me dejaba dormir bien.

Le pedí que me consiguiera un turno con el médico traumatólogo que él mismo me había recomendado en otra ocasión, porque  cuando yo logré comunicarme con la secretaria me dijo que no tenía más turnos hasta bien entrado el año que viene.

Como ese médico atiende en el mismo edificio y a esa hora estaba atendiendo, mi cardiólogo se tomó la molestia de ir a verlo para conseguir que le diera un turno en fecha más próxima.

El traumatólogo accedió y me intercaló entre sus pacientes para principios del mes de enero.

Ni bien conseguí el turno sentí que no tenía más dolor y hasta el día de hoy  estoy mucho mejor.

Claro que una pastilla contra la alergia que tiene una pequeña dosis de corticoides, que estaba tomando puede haber contribuido también a mi mejoría; lo curioso e inexplicable es que el dolor desapareció como por encanto ni bien me enteré que había conseguido el turno.

Es común llegar al consultorio del dentista y descubrir que la muela ya no nos duele y cuando estamos enfermos, sentirse mejor  cuando llega el médico.

Es innegable como también inexplicable,  que nuestra forma de pensar y nuestras expectativas participen en gran medida en la curación; que las creencias y que las motivaciones influyan en nuestro cuerpo tanto como la droga que nos administra el médico.

Los placebos representan el cúmulo de conocimientos, creencias, significados y tradiciones que conservamos, que sin valor terapéutico científico producen una respuesta del cuerpo positiva y que nos ayuda a curarnos.