EL MIEDO A LA MUERTE - Psicóloga Malena Lede

Todos los miedos que tenemos se terminan reduciendo a un solo miedo, el miedo a la muerte física.

No sabemos qué nos espera al fin de esta vida aunque son muchos las experiencias de trascendencia de las personas que han vuelto a la vida después de haber sido declaradas fallecidas.

Cuando estamos demasiado identificados con nuestro cuerpo creemos que sólo somos un cuerpo, pero son demasiadas las pruebas que tenemos de que además tenemos un alma que trasciende la materia o sea un espíritu que nos anima.

No podemos creer que en el universo lo que sucede es por casualidad, si fuera así no se podría predecir ningún acontecimiento.  Existen leyes físicas que se cumplen y otras leyes a nivel del microcosmos que aunque todavía parecen oponerse a las primeras,  seguramente la mente humana encontrará la forma de combinarlas y  encontrar una única ley válida para explicar con una sola fórmula todo el universo.

Estamos formados por átomos y los átomos son eternos, jamás aumentan ni disminuyen, en este universo son siempre los mismos.

Nos sobreviven otros individuos con los mismos genes, por lo tanto, de algún modo también sobrevivimos nosotros.

Einstein descubrió que el tiempo y el espacio no son absolutos sino relativos o sea que cada momento ocupa un espacio.  Ese espacio existe en alguna parte, de manera que los viajes en el tiempo son posibles y siempre existiremos en alguna parte

Las estrellas y los planetas nacen, existen durante millones de años y finalmente mueren o mejor dicho se transforman en otra cosa.

En la naturaleza nada muere, todo se transforma.

Como decía Aristóteles el cuerpo es la figura y el espíritu es la forma; y la idea de Dios existe en todos los hombres de todas las culturas. .

Tenemos la intuición de la eternidad y muchos hasta tienen reminiscencias de haber vivido otras vidas.

La vida es un aprendizaje que nos sirve para ser mejores y alcanzar la paz de la conciencia.

Vivamos cada día como si fuera el último y también como si fuéramos a vivir siempre.

La paz de la conciencia nos permite liberarnos del miedo a la muerte.