El bus partió para Austria bien temprano y se dirigió por la autopista al principado de Leichestein. Tiene una población de apenas 26000 habitantes que habla alemán. Anteriormente era un condado y en la actualidad es una monarquía parlamentaria.
Bajaron para conocer el pequeño centro que es muy pintoresco, con callejuelas que suben y bajan con típicos negocios, y primorosas casas tipo alpinas de hasta tres pisos que dejan ver detrás los picos nevados de las montañas. Los almendros y cerezos estaban en flor y había gran cantidad de pensamientos de todos colores.
Después de un breve paseo continuaron el viaje hasta la frontera con Austria. Ese país lo recorrerían de Este a Oeste y visitarían Innsbruck, Salzburgo y Viena. La parte este es la zona del Tirol cuya capital es Innsbruck.
Desde 1955, Austria es un país neutral. Actualmente es una república, el último emperador fue Francisco José, que fue el esposo de la emperatriz Sisí.
La región del Tirol conserva sus tradiciones, es aquí donde se fabrica el paño lenci, (loden), un tipo de tela que se obtiene básicamente sometiendo a la lana a un baño de agua hirviendo, que la apelmaza de tal manera que la hace impermeable al agua .
Austria es un país que tiene un alto nivel de vida, la educación y los servicios sanitarios son gratuitos, sus habitantes reciben subsidios por desocupación y ayudas sociales de todas clases
En Innsbruck hay muchas pistas de esquí y todos los habitantes saben esquiar. El hotel se encontraba al lado del aeropuerto, de modo que desde las ventanas podían ver subir y bajar los aviones pero sin llegar a escuchar ningún sonido porque tenían vidrios dobles.
Innsbruck tiene un aspecto barroco antiguo aunque también hay edificios modernos. Es una ciudad turística por excelencia que cuenta con las pistas más adecuadas para la práctica de esquí y donde se encuentra el famoso trampolín olímpico que es el lugar donde se realizan las competencias internacionales.
La visita fue breve, porque a la mañana siguiente pasarían por Salzburgo, ciudad donde nació y donde vivió su infancia Mozart.
Luego de un paseo por las antiguas callejuelas de esa antigua ciudad y de visitar algunos negocios, el bus siguió su camino hacia Viena, una gran ciudad que se caracteriza por sus magníficos monumentos históricos del mismo estilo austero y sobrio de los edificios de Europa oriental.
Los hoteles en toda Europa son enormes; algunos tienen centenares de habitaciones y ocupan toda una manzana. El hotel donde se hospedaron es como un laberinto pero las habitaciones son muy confortables.
Uno de los restaurantes queda en el subsuelo y parece una ex bodega o un refugio antiaéreo. Las paredes son de ladrillo y el techo es abovedado. Está iluminado con velas y con arañas de hierro forjado que aportan luces tenues al ambiente, que da como resultado un lugar misterioso pero acogedor.
Al fondo hay un tonel empotrado tan grande como la pared misma. Esa noche durante la cena, un violinista recorrió el gran salón tocando valses vieneses con maestría acompañado de un acordeón. Sólo faltaba Marlete Dietrich para convertir ese restaurante en la escenografía perfecta de una antigua película ambientada en la época de la segunda guerra mundial.
Al día siguiente visitaron la ciudad de Viena, esa mañana hizo mucho frío y Martha se pescó un resfriado.
En el parque Prater funciona un gran parque de diversiones que cuenta con una rueda gigante que se construyó en el año 1800 con motivo de una exposición. En esa misma rueda se filmó una secuencia de la película “El tercer hombre” en la que Orson Wells y Randolph Scott, se encuentran y mantienen una conversación que será crucial para el desenlace de ese film.
Hermosos palacios de Viena son hoy en día embajadas ú hoteles; y la ciudad cuenta con más de 45 jardines. A pesar que el día estaba gris y muy ventoso, se atrevieron a salir a caminar después de almorzar para poder saborear un café vienés en una de los famosos cafés de Viena.
Al día siguiente bien temprano partirían rumbo a Venecia, Italia, donde por fin el clima comenzaría a ser más cálido.
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Los hoteles en toda Europa son enormes; algunos tienen centenares de habitaciones y ocupan toda una manzana. El hotel donde se hospedaron es como un laberinto pero las habitaciones son muy confortables.
Uno de los restaurantes queda en el subsuelo y parece una ex bodega o un refugio antiaéreo. Las paredes son de ladrillo y el techo es abovedado. Está iluminado con velas y con arañas de hierro forjado que aportan luces tenues al ambiente, que da como resultado un lugar misterioso pero acogedor.
Al fondo hay un tonel empotrado tan grande como la pared misma. Esa noche durante la cena, un violinista recorrió el gran salón tocando valses vieneses con maestría acompañado de un acordeón. Sólo faltaba Marlete Dietrich para convertir ese restaurante en la escenografía perfecta de una antigua película ambientada en la época de la segunda guerra mundial.
Al día siguiente visitaron la ciudad de Viena, esa mañana hizo mucho frío y Martha se pescó un resfriado.
En el parque Prater funciona un gran parque de diversiones que cuenta con una rueda gigante que se construyó en el año 1800 con motivo de una exposición. En esa misma rueda se filmó una secuencia de la película “El tercer hombre” en la que Orson Wells y Randolph Scott, se encuentran y mantienen una conversación que será crucial para el desenlace de ese film.
Hermosos palacios de Viena son hoy en día embajadas ú hoteles; y la ciudad cuenta con más de 45 jardines. A pesar que el día estaba gris y muy ventoso, se atrevieron a salir a caminar después de almorzar para poder saborear un café vienés en una de los famosos cafés de Viena.
Al día siguiente bien temprano partirían rumbo a Venecia, Italia, donde por fin el clima comenzaría a ser más cálido.
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