Chicos fuera de control




Los chicos son verdaderos sabios, pero además tienen la capacidad de aprender todo lo que hacen sus mayores e inclusive manipularlos para conseguir lo que quieren.

Los padres primerizos se suelen esforzar en brindarle a su primer hijo más de lo que necesita, lo consienten, le permiten excesos y no le ponen ningún límite. A veces esta experiencia, puede servir por si sola para enfrentar la crianza de otros hijos con una actitud más apropiada, pero no siempre todos los padres saben muy bien cómo hacer para educar a sus hijos.

Un niño se puede transformar en un pequeño monstruo y hacerles a sus padres la vida imposible, situación difícil de revertir si no toman conciencia de que esta conducta se debe al hecho de haber abandonado el rol de liderazgo y habérselo cedido a él.

Es su vástago el que manda en el hogar, con sus berrinches y sus llantos, que lejos de hacerlo feliz lo mantienen malhumorado y fastidioso.

Estos niños aprovechan cuando no están en su casa para hacer un escándalo, tratando de llamar la atención y de que se satisfagan todos sus caprichos.

Los padres tienen que recuperar su rol de líderes, sin enojarse, sin pegarle ni gritarle, teniendo en cuenta que lo más importante en estos casos, es que se mantengan unidos, formen un equipo y mantengan la calma; porque un niño no puede enfrentar a sus padres cuando se deciden a imponerse y forman un frente común.

Enojarse o salirse de las casillas perdiendo el control de la situación no es operativo en estos casos y no conduce a nada; además, los niños identifican el enojo con la falta de afecto y esto puede demorar el proceso de reacomodación familiar.

En el momento en que se produce la catarata de llanto y de gritos con el intento de manipulación, es necesario que los padres mantengan la tranquilidad y traten de calmarlo.

Luego, una vez que recuperó la calma, hay que hablar con el niño y advertirle que esa conducta la próxima vez será sancionada.

La clave está en cumplir con la sanción cuando incurra otra vez en la misma falta.

Las sanciones no deben ser severas, sino leves, de modo que el niño pueda cumplirla con facilidad y los padres tengan la fortaleza de hacerlas cumplir.

Deberán anotar en una pizarra, bien visible, las reglas de comportamiento que todos deberán cumplir, inclusive los padres, y las respectivas sanciones que correspondan en cada caso.

El buen comportamiento deberá ser premiado con una demostración de afecto, puede ser un abrazo.

Estas manifestaciones no deben ser solamente la respuesta a una conducta deseada sino que es importante que los niños tengan la oportunidad de recibir señales de afecto también en otras ocasiones, siempre que no estén asociadas a conductas no deseadas.

Los niños aprenden lo que hacen sus padres y es inútil exigirles modales que ellos no tienen; y lo que aprenden en el hogar no se olvida y representa la base de la personalidad.

Es muy importante que los padres estén de acuerdo en la forma de educar a sus hijos, ya que si alguno de los dos lo reprende y el otro lo desautoriza, el niño recibirá un doble mensaje que no le permitirá incorporar valores.

Educar a un niño es una responsabilidad porque la sociedad es el lugar donde deberá insertarse y donde deberá respetar las normas para poder desarrollarse y crecer, para participar creativamente o no, según la educación que haya recibido.