Chicos que mandan, padres sin autoridad


La responsabilidad de educar a los hijos es intransferible, porque aunque otras personas estén a cargo de su cuidado, su rol será el de un sustituto y nunca el de padres.

Un sustituto recibe de los padres las indicaciones necesarias para ocuparse de los niños y no puede tomar iniciativas en cuanto a su educación, reglas de comportamiento y disciplina; deberá informar a los padres sobre su conducta diaria, datos que deberán tenerse muy en cuenta para tomar las medidas necesarias en caso de que se haya producido algún problema.

Si es la madre la que se ocupa del cuidado de sus hijos y ha perdido el control, siempre lo podrá recuperar si esa es su intención.

En primer lugar, el rol de padres implica autoridad. La autoridad no significa someter o dominar, ni supone superioridad alguna, es uno de los roles en un grupo familiar, el rol de quien pone las reglas y las hace cumplir.

Los chicos tienen que saber que el rol de los padres en el hogar y en cualquier otra parte, es ese y que el rol de hijos menores de edad es conocer las reglas y cumplirlas.

Las reglas de conducta en el hogar tienen que figurar escritas en algún lugar visible de la casa, puede ser por ejemplo en la cocina o en el dormitorio de los niños.

También deberá quedar establecida la respectiva sanción para cada transgresión. La sanción no deberá ser ni tan severa que sea demasiado difícil de cumplir tanto para los niños como para los padres ni tan leve que le permita al niño hacer lo que le plazca por su fácil cumplimiento.

A la primera transgresión el niño deberá ser advertido que la próxima vez se le aplicará la sanción, o sea que la primera vez es una advertencia pero la segunda vez el niño si o si, deberá cumplir la sanción.

Firmeza y convicción son las cualidades necesarias que necesitan tener los padres para ejercer su rol.

Una vez cumplida la sanción, el niño deberá pedir disculpas a su madre o padre y luego recibirá de ellos un beso y un abrazo.

Esta es una técnica que funciona, sólo se necesita estar atento y no pasar por alto transgresiones a las reglas por comodidad o por algún otro motivo.

Los berrinches de los niños en los lugares públicos o en la calle o los ataques de llantos debido a algún capricho, deberán ser atendidos calmando al niño con palabras suaves, porque gritarle o zarandearlo es involucrarse en el problema y ponerse a su altura y no hace más que excitar aún más al niño, cosa que no tiene que ocurrir. Una vez calmado se procederá a aplicar la sanción que corresponde a los berrinches.

No hay que colmar a los niños de juguetes o regalos sin ningún motivo que lo justifique, porque adquieren el hábito de encapricharse por cualquier cosa que ven y volverse molestos pidiendo que se los compren.

Un niño aprende a no valorar las cosas cuando las obtiene sin haber hecho nada para obtenerlas.

Los regalos son para los cumpleaños y las fiestas de Navidad o Año Nuevo.

Los niños necesitan límites aunque protesten. Se sienten mejor si sus padres les prestan la atención adecuada y si los contienen y los cuidan.

Los padres de un menor siempre deben saber dónde está su hijo y con quién, porque serán ellos los responsables de lo que hagan.