Infanticidio


En este delito, la madre es la autora más habitual y no es casual que en cualquier otro tipo de homicidio también los principales sospechosos sean los familiares o conocidos.

Estos hechos no son solamente fenómenos de esta época sino que ocurren desde el principio de la humanidad.

Aún hoy en día, en algunas culturas de algunas tribus de esquimales o en determinados pueblos nómadas,  el infanticidio no se considera un delito, ni moral ni jurídico. Durante siglos el padre era el que consideraba la cantidad de personas que debía tener el clan y era él el que tomaba la decisión de si el niño recién nacido debía vivir o morir.

Matar a los niños recién nacidos era una forma de regular la población, principalmente cuando la época no era próspera.

En China e India, las niñas eran las principales víctimas porque se consideraba que aportaban menos que los varones para la supervivencia del grupo.

En algunos lugares de Alemania, hasta el siglo XIX, se dejaba morir a los niños cuando sus padres no podían mantenerlos.

Con el paso del tiempo las muertes de niños recién nacidos han ido disminuyendo aunque existe la posibilidad que algunas muertes permanezcan ignoradas.

Las estadísticas señalan que cerca del 80% de las madres que cometen este delito son solteras y que se trata de su primer parto. La edad promedio de esas madres es de veinticinco años y una de cada tres de ellas  continúa vinculada con el padre del niño después de su muerte.

En general se trata de jóvenes que no tienen control médico alguno, lo cual le permite mantener en secreto el nacimiento; personas inmaduras que se encuentran solas,  que no están dispuestas a ocuparse de otros y que son incapaces de desenvolverse para resolver problemas.

Algunas mujeres suelen planear la muerte del niño o su abandono desde antes de nacer y por esta razón mantienen en secreto su embarazo. Otras niegan su embarazo y el nacimiento las sorprende y desespera.

El motivo principal para llevar a cabo este asesinato es el miedo a las consecuencias; temor al padre del niño, a sus propios padres, a la vergüenza social, al parto, a la responsabilidad y al futuro.

Una vez que han matado a sus hijos, estas mujeres no saben qué decir ni tampoco pueden dar razones de sus actos.

Es difícil comprender por qué estas madres no tienen ningún sentimiento materno hacia sus hijos.

Investigaciones recientes llegan a la misma conclusión: existen dos factores esenciales para que se establezca el vínculo madre hijo que son: el permanente contacto visual hacia el final del primer mes de vida y el reconocimiento por parte del niño de su madre alrededor de las nueve semanas de nacido.

Según este punto de vista no existe ningún código genético ni psicológico que despierte el amor materno durante el embarazo.

Si el niño no es deseado, investigadores del Instituto de Psicología de la Universidad de Potsdam, sostienen que las mujeres que están más cerca de delinquir suelen ser personas que tampoco han recibido entrega por parte de sus padres y que se sienten sin protección.

Estas madres parecen no considerar a sus hijos como seres humanos sino como una cosa sin ningún valor que no desean y ni siquiera están dispuestas a entregarlo a alguna institución de ayuda.

Aunque casi siempre es la mujer la autora de estos crímenes, no es la única responsable ya que también existen los padres de las criaturas que ni se enteran ni interesan sobre qué pasó con el embarazo.

Pero también el entorno social es responsable, la familia, los amigos, los compañeros de trabajo que conociendo la situación se convierten en cómplices porque también rechazan el embarazo.

Fuente: "Mente y Cerebro", N.47, 2011, "Infanticidio", Stephan Harbort,  comisario jefe de la policía criminal en la Jefatura de Policía de Dusseldorf, Alemania.