La Filosofía Perenne

                                

Aldous Huxley considera que la filosofía perenne representa el centro de todas las religiones, antiguas o nuevas, tanto de Occidente como de Oriente, porque reconoce una realidad divina esencial en el mundo material, en las vidas y en las mentes; que el alma es idéntica a esa realidad y que el propósito de la humanidad es conocer el fundamento inmanente y trascendente del Ser.

Parte de la base de que el ser humano, en ciertas condiciones, puede alcanzar una forma de percibir superior, una conciencia cósmica que le permite conocer de manera inmediata, una realidad que es el fundamento infinito y eterno del mundo de los fenómenos.

Toda persona puede intuir que su creatividad y crecimiento y su participación en la evolución están dirigidos por un centro superior (el sí mismo, el alma), una esencia invisible que es el espíritu del universo.

Sin embargo, la mayoría de la gente va por la vida hipnotizada por la cultura, sintiendo sensaciones y estableciendo relaciones, sin conexión con el todo.

Recién cuando se agudiza su percepción se da cuenta de que sus elecciones son supraconscientes y que es el sí mismo superior el que orienta su dirección; que sus decisiones racionales o intuitivas son reflejo de las elecciones hechas a un nivel superior, que su creatividad o inspiración es producto de la irrupción de esos procesos, que las experiencias y relaciones que necesita para su crecimiento son atraídas por el sí mismo y que el lenguaje es insuficiente para describir esta realidad superior.

Cuando la percepción aumenta, disminuyen las necesidades materiales y la persona se centra en su participación en el proceso evolutivo, logrando la integración de su personalidad y su plena salud.

La evolución ya no se considera un proceso aleatorio sino un camino dirigido por una conciencia superior con un propósito que incluye el desarrollo de la conciencia individual libre y orientada hacia el mayor conocimiento del sí mismo.

El potencial humano no tiene límites, porque todo el conocimiento y el poder son accesibles a la mente, mientras todas las limitaciones son producto de las elecciones erróneas.

Según la filosofía perenne todos los fenómenos surpanormales, como la telepatía, la clarividencia, la precognición, el diagnóstico, la curación espontánea de las enfermedades, la teleportación y otros procesos psicokinéticos, son posibles.

Los individuos entienden estos fenómenos a un nivel profundo pero en otro nivel eligen las leyes físicas ordinarias que casi siempre limita estos fenómenos y los excluye.

Esta nueva percepción promueve una nueva actitud hacia la vida, por un lado propicia el deseo de participar en el proceso evolutivo con el deseo consciente de servicio y de la realización del ser humano y por otro la aceptación de lo que es, con desapego y amor.

La filosofía perenne brinda la posibilidad de transformar la sociedad, de ampliar el paradigma de la ciencia a la luz de los nuevos descubrimientos, de dar paso a un nuevo orden a través del cambio de las costumbres, de los valores, de las instituciones y de las estructuras políticas y económicas.

En el nuevo paradigma, la ética reemplaza al materialismo, una ética ecológica y una ética de autorrealización, que sostiene que la función de las instituciones sociales es favorecer el desarrollo evolutivo individual y general.

La ciencia tiene que ser entendida como una indagación moral que explore al ser humano tanto objetiva como subjetivamente, sin desentenderse de los valores, para que definitivamente sean superados los límites entre las disciplinas humanísticas y la ciencia.

Fuente: “Más allá del ego”, Abraham Maslow y otros, Textos de Psicología Transpersonal, Kairós, 1985.