Los líderes de hoy



En otras épocas los líderes eran naturales, pero ahora se hacen.

El mundo sufre de falta de líderes en todos los ámbitos; en la política, en la administración pública, en las empresas, en el deporte.

Jack R. Gibb, en su libro “Manual de dinámica de grupos” nos dice que los miembros de un grupo no nacen sino que se hacen; que se aprende a trabajar con otros en un grupo, a armonizar esfuerzos, a aliviar tensiones interpersonales, a ser flexibles, a entrenarse en las habilidades para poder resolver problemas y tomar decisiones.

El entrenamiento exige respetar ocho principios fundamentales:
El ambiente debe ser adecuado para permitir la participación y reducir la intimidación.
Las relaciones interpersonales deben ser amistosas y permitir que estos  problemas de relación pasen a ser objetivos del grupo.
La distribución del liderazgo permite una mayor evolución de cada uno de los integrantes.
La formulación del objetivo debe ser explícita para aumentar en el grupo  el sentimiento de nosotros.
La flexibilidad es necesaria para formular nuevos objetivos a partir de nuevas necesidades.
Es necesario el consenso
La comprensión del proceso conduce al logro de los objetivos.
La evaluación continua de los objetivos y de las actividades permite la modificación inteligente del proceso en cualquier momento.

Todos los integrantes del grupo tienen que lograr una conexión intelectual y emocional con los objetivos y las actividades del grupo.

Cada persona que participa en un grupo se destaca naturalmente con un tipo particular de liderazgo.  Existen líderes autoritarios, ordenadores, de tareas, observadores, controladores, de resultados, de participación, etc.  Puede haber tantos líderes como personas hay en el grupo, porque lo importante es que se cumplan los objetivos.

La distribución del liderazgo hace que un grupo de personas que se reúne con un objetivo sea democrático.

Desde el punto de vista laboral, un líder tiene que tener capacidad de empatía, saber comprender a cada uno, conocer su motivación, su capacidad de trabajo, su habilidad específica, para que todos puedan dar lo mejor de sí mismos.

Un líder tiene que ser honesto, cabal, responsable y ser capaz de dar el ejemplo.

Debe conocer las tareas de todos y saber hacerlas.

No debe obligar sino inspirar y motivar.

Debe enseñar con el ejemplo y ayudar a las personas a darse cuenta de que son capaces de hacer las cosas mejor de lo que creen si se les brinda la oportunidad de confiar en ellas y se les delega responsabilidades.

Un líder debe saber enseñar y debe aprender a escuchar con humildad.

El líder debe conocer a la gente con quien trabaja, porque cada uno tiene que ser incentivado de una manera diferente.

Existe una diferencia entre un jefe y un líder.  El jefe da órdenes y depende de su autoridad, el líder entrena y depende de su buena voluntad; el jefe inspira temor, el líder entusiasmo; el jefe busca culpables, el líder busca la falla.

Un líder autoritario fracasa porque no puede confiar ni delegar, porque es individualista y considera que nadie puede hacer las cosas como él.

Los empleados necesitan un líder que sea coherente, equitativo, claro para comunicarse y que sepa expresar reconocimiento.

Un líder debe respetar los roles y no debe apartarse de los objetivos.

Antes,  sólo se consideraba el conocimiento técnico y la experiencia en un líder, pero hoy en día se espera que sepa manejar un grupo humano, armonizar las relaciones, que sepa controlar sus propias emociones, enfrentar conflictos y solucionarlos, que no sea rígido y que sea creativo en el manejo de personas y grupos.

Más que alentar la competencia se necesita que un líder estimule la colaboración, que sea más humano y menos soberbio.

Actualmente, además del beneficio financiero, un líder debe atender la calidad de la comunicación interpersonal, la transparencia, debe tener capacidad de estrategia, sentido de las prioridades, posibilidad de adaptarse a situaciones nuevas y habilidad para resolver muchos problemas al mismo tiempo, o sea aprender a pensar alternativas paralelas y no en serie.

El liderazgo no es una posición que torga el cargo sino el equipo.

Fuente: “La Nación”, Sección Empleos, “Los jefes del siglo XXI”, “Lo que ellos quieren de un líder”; Francisco Jueguen, setiembre 2011.