Padres Modernos


En general, hoy en día es común que la mayoría de las parejas se decidan a casarse y tener hijos cuando ya no son tan jóvenes y que prefieran planificar cuidadosamente a su familia.

Pueden llegar a ser perfeccionistas y esforzarse para hacer todo bien sin ningún margen de error. Por eso, ni bien se confirma la noticia de un embarazo quieren saberlo todo e intentan ser los mejores padres.

Esta generación de padres parece preferir los consejos de los libros especializados en el cuidado de los hijos desde que son concebidos, antes de recurrir a las recomendaciones de sus padres y abuelos.

La bibliografía sobre este tema abunda en las librerías respondiendo a las nuevas necesidades, aclarando todos los interrogantes imaginables desde todos los enfoques posibles, con el aval que otorgan las últimas investigaciones científicas.

Los padres modernos quieren estar al tanto de todos los recursos que existen para criar a un hijo saludable desde que se confirma el embarazo, a la luz de los últimos descubrimientos; los que han permitido saber por ejemplo, que desde la concepción, el bebé puede tener experiencias y percepciones del mundo externo, que pueden influir en su posterior desarrollo, además de todo lo concerniente a su crianza.

Aunque no siempre la teoría coincide con la práctica, lo que desean principalmente es no tener la necesidad de improvisar una vez que el niño esté en casa y se encuentren solos con él, después de abandonar la clínica.

Cuántas horas duerme un bebé recién nacido, cuántas veces tiene que comer, el momento inquietante del baño, el significado del llanto, poder despejar la duda sobre lo recomendable o no que resulta el chupete, si tienen que alzarlo o acunarlo cuando llora; o sea todo lo que necesitan saber para que su hijo pueda crecer sano y feliz y para que aprenda a ver el mundo como un lugar placentero y seguro.

Si bien estos conocimientos son muy importantes y atendibles, es inobjetable que lo que más influirá en su desarrollo será el amor que le brinden sus padres, la armonía que exista entre ellos y la paz del hogar.

Tener un hijo es una experiencia única y cada persona la vivirá de manera diferente.

Saber cómo se hacen las cosas para lograr una manera eficaz de resolver con éxito todas las dificultades que se presenten es importante para los padres, pero los hijos son todos distintos y no todas las recetas funcionan para todos igual.

Seguramente surgirán situaciones que no encuentren en los libros y que les exigirá una respuesta espontánea desde la reflexión y el corazón, que les brindará la oportunidad de ser creativos.

Un niño tiene un temperamento innato y un modo particular de asimilar la experiencia, características que pueden restarle eficacia a las reglas más incuestionables.

Por otro lado, una madre también tiene que confiar en su propio instinto, que en lo que se refiere a su hijo será el que casi siempre le indicará la conducta correcta.

Lo que sí puede ser desaconsejable desde todo punto de vista es el afán de perfección y el deseo de tener un hijo perfecto para que se destaque del resto y que le sirva a sus padres para competir, considerándolo como un objeto, fruto de un mérito personal.

Fuente: “La Nación” Fabiola Czubaj.