La atención es meditación





Nadie puede dar una definición precisa de lo que significa meditar, porque no la hay, ya que se trata de una experiencia personal.

Sin embargo, los métodos que pretenden enseñar el mejor modo de meditar insisten en la importancia de la concentración y de prestar atención.

Cuando estamos prestando atención a algo en particular, todo lo demás que está alrededor desaparece y lo único que queda es el objeto de nuestra atención que es el centro de la observación atenta.

Algunas personas se concentran con facilidad en lo que están haciendo, como por ejemplo los músicos, un maestro zen, una persona sanadora, un pintor, un escultor, una primera bailarina, un escritor.

Estar atento es un estado de trance, estar en otra dimensión, porque se pierde la noción del tiempo, que no permite que los sentidos perciban otros estímulos que no sean el foco de atención.

La atención es salirse de uno mismo y trascender a un estado de conciencia más lúcido, más paciente que le permite a una persona comprender una situación o solucionar un problema desde otro nivel.

En el aprendizaje, el desarrollo de la atención es el objetivo básico del acto de aprender, su principal función, por lo menos esto es lo que afirma Simone Weil (1909-1943), intelectual francesa que vivió una vida muy intensa, que estudió en las más prestigiosas instituciones francesas, y que desarrolló una carrera académica tanto en Europa como en Estados Unidos enseñando filosofía y participando activamente en la política de su época.

Semejante compromiso social, no interfirió en sus meditaciones filosóficas, centradas en la ética y la mística y en sus experiencias religiosas, condición que algunos que la conocieron equipararon a la de un santo.

La atención hace que la mente avance en forma misteriosa, por eso un esfuerzo de atención nunca es inútil.

Para Ortega y Gasset sería el ensimismamiento, la capacidad de concentrarse en forma reflexiva, algo muy difícil en esta época que se caracteriza por el culto al escapismo.

Los movimientos culturales que propician recuperar el silencio interior insisten en los notables beneficios de la práctica de la meditación, entendiéndola como la capacidad para concentrarse atentamente en algo, que es cuando la mente se vacía de todo contenido y puede entender cualquier cosa que le resultaba incomprensible.

Se sabe que el déficit de atención es un obstáculo para el aprendizaje, cuando la mente está dispersa y perdida entre una gran variedad de estímulos y no se puede concentrar en ninguno.

Estar atenta es la capacidad de estar en el momento presente, sin la preocupación del pasado ni el miedo al porvenir.

Los problemas emocionales y ciertas enfermedades mentales pueden obstaculizar la capacidad de atención y como consecuencia entorpecer la memoria; porque la pérdida de la memoria comienza siendo una pérdida de la capacidad de atención, o sea cuando las experiencias parecen no dejar ninguna huella mnémica y no quedan registradas en el cerebro.

Existen ejercicios que pueden resultar útiles para aprender a prestar atención y la meditación es uno de ellos.