La Violencia y el yo






La violencia está en todos lados, con cualquier excusa se ejerce la violencia, el cansancio nos pone violentos, con la violencia expresamos nuestro desagrado.

En todas partes la gente tiene algún grado de disconformidad, se producen protestas violentas, distintas manifestaciones intentan cambiar la estructura social con acciones violentas que pueden provocar lesiones a inocentes y hasta terminar con la vida de esas personas.

¿Es la violencia la única forma de cambiar?

Hemos sido educados para reaccionar en forma violenta y somos violentos por naturaleza, porque vivimos en conflicto, dentro de cada uno de nosotros existe la contradicción, nos oponemos, nos resistimos, somos ambiciosos, agresivos, queremos destacarnos del resto y hacer prevalecer nuestra opinión.

Todo esto genera violencia, porque nos sentimos obligados a desviar nuestros propios deseos singulares para ajustarlos a un patrón ya establecido.

¿Se puede liberar uno mismo de toda violencia, de la ira, de la ansiedad y de cualquier forma de oposición o resistencia?

La raíz de la violencia es uno mismo, con la necesidad de alcanzar una meta que no es verdadera, propuesta por la sociedad, para tener seguridad, para no sentir temor para ser como los demás.

El yo es la raíz de la violencia, porque se identifica con una forma de vivir, con un país determinado, con una comunidad, con una ideología o con una religión.

La frustración del yo, al no poder alcanzar todas las metas que le impone su condicionamiento produce violencia.

El yo no puede ver totalidades, sólo ve fragmentos de la realidad, divide, separa, clasifica.

Pero hay otro observador, que es la mente, que simplemente ve sin ningún prejuicio, sin un propósito determinado, sin violencia, viendo las cosas tal como son.

Todos estamos demasiado comprometidos en una sociedad que tiene exigencias, expectativas, que establece categorías entre los individuos según qué es lo que han alcanzado en la vida.

El yo ve lo que es bueno o malo, lo que le gusta o disgusta, lo conveniente o lo inconveniente, no ve la cosa en sí.

Solamente la mente es la que puede ver sin evaluar ni criticar, la realidad tal cual es.

Para terminar con la violencia que genera el conflicto interno y externo, es necesario observar al propio yo con la mente, sin prejuicios, sin presiones, libre de toda pretensión y condicionamiento; sin identificarse con imágenes externas y poder ver qué es real y qué es ilusión.

Fuente:J.Krishnamurti; “La conciencia fragmentada”.