Hacer economía puede ser divertido


Todos sabemos que hay una regla económica que siempre se cumple: “cuando hay mucho consumo los precios suben”.

¿Qué podemos hacer nosotros, sufridos ciudadanos, para cambiar algo, en un país con inflación, si no podemos intervenir directamente en las decisiones del gobierno de turno?

Creo que podemos hacer mucho individualmente, desde el llano, para defender nuestros ingresos y la economía familiar y al mismo tiempo aprovechar para divertirnos.

En cualquier país del mundo, un buen administrador de ingresos, en lugar de preocuparse y gastar energía para obtener más ganancias, puede hacer algo más fácil y eficaz: aprender a cocinar y a comprar mejor; porque la clave no es ganar más sino saber comprar.

Hasta tanto se haya logrado el trabajo y el sueldo soñado como para gastar sin estar pensando que todavía faltan muchos días para fin de mes, lo que se puede hacer en primer lugar es comprar en cuotas aprovechando las liquidaciones y las promociones y adquirir estrictamente lo necesario; evitando caer en la tentación de seguir religiosamente el último dictado de la moda, que sólo tiene el objetivo de vender cosas que en poco tiempo serán historia y obligarán a los incautos a dejar de usarlas.

Se puede estar a la moda si no se trata de ser extravagante hasta el punto de hacer el ridículo la próxima temporada, cuando ese artículo que se compró en un momento de debilidad, se convierta en algo obsoleto.

La combinación entre lo clásico y lo moderno es lo más recomendable, porque permite adecuar las prendas de vestir a las nuevas tendencias que vayan surgiendo y adaptarlas, aportando lo nuevo.

Desarrollar el ingenio y la creatividad es lo que nos hace sentir más felices y solamente tenemos oportunidad de practicar este potencial cuando las cosas se ponen difíciles.

Buscar la forma de hacer mucho con poco es solamente algo que pueden hacer las personas inteligentes que en lugar de estar siempre quejándose tratan de solucionar problemas utilizando su cabeza.

Llamar a un “delivery” para cenar o almorzar es muy cómodo pero caro y no todos pueden hacerlo todos los días. Tampoco es saludable comer siempre pizza.

Las personas prácticas son aquellas que pueden encontrar soluciones nuevas a problemas nuevos y pueden pensar en alternativas eficaces que no exijan mucho sacrificio y que le resulten fáciles y divertidas.

Hacer las compras es divertido si le dedicamos algo de tiempo y lo consideramos algo más que un trámite aburrido. Las góndolas de los supermercados todos los días tienen ofertas y novedades y se pueden aprovechar las frutas y verduras de estación.

No se necesita comer cosas sofisticadas y costosas, ya que no necesariamente por ser caras son más ricas. Por lo general, los productos caros son los que están fuera de temporada, los importados o los que vienen de lugares distantes del país. La merluza, por ejemplo, en Argentina es el pescado que se vende a menor precio; y los productos del mar más caros son los mariscos. En tanto que en ciertas partes de Europa los mariscos puede ser la comida de todos los días, porque si están cerca del mar los tienen en abundancia; pero la merluza puede ser muy cara y reservada para unos pocos privilegiados que la pueden comprar.

De modo que no se trata de hacer sacrificios y privarse de cosas exquisitas sino de comer lo que ofrece la temporada que es lo que obviamente resultará más barato.

Actualmente, la industria ofrece soluciones simples y accesibles para hacer cualquier tipo de comida en breves minutos. Las salsas de buena calidad, por ejemplo, vienen envasadas y duran mucho, de manera que se puede hacer en muy poco tiempo fideos, arroz o polenta agregándole a la salsa el par de hamburguesas cortada en trozos, que habitualmente se hacen a la plancha.

Preparar recetas con carne cortada en trozos es lo que hacen los chinos hace cinco mil años y también el resto del mundo, incluso Norteamérica que fue donde se inventaron las hamburguesas hechas con carne picada.

En este país todavía seguimos haciendo bifes enteros de carne vacuna y soñando con los pecetos, las colitas de cuadril y el lomo, aunque sean los cortes más costosos y de menor rendimiento para una familia numerosa, tal vez para mantener la tradición o para creer que todo sigue igual que antes, como si estuviéramos suspendidos en una nube.

Aunque nuestro afán por privilegiar el intelecto, el gimnasio, el teléfono celular y la navegación por internet continúa intacto, hacer la comida y comer en familia todavía no se puede comparar con ninguna de esas cosas, aunque sea una comida sencilla hecha con ingredientes económicos elegidos con amor, porque es el único momento del día cuando todos se reúnen, pueden experimentar la pertenencia a un grupo, sentirse contenidos y hablar de sus cosas.

Malena