La pérdida del embarazo


La fantasía de perder un embarazo existe en casi todas las futuras madres desde que comienza la gestación, sin embargo, esas expectativas no son del todo realistas.

El embarazo es un estado natural que la mayoría de las veces llega a feliz término a menos que existan dificultades ocultas en la madre, previas.

Hoy en día existen numerosas formas de conocer el estado del bebé y los posibles contratiempos que pueden surgir, mediante análisis, ecografías y otros estudios específicos cuando los médicos sospechan alguna alteración, de modo que es inútil preocuparse por cosas que no pasan con frecuencia y perder la oportunidad de disfrutar del embarazo.

Existen estadísticas que señalan las probabilidades de perder un embarazo: en primer lugar, la influencia de la edad de la madre. Por ejemplo una mujer de 20 años tiene un diez por ciento de posibilidades de perder su embarazo pero para una mujer de 40 años, la posibilidad de perder a su bebé es cuatro veces mayor, debido al envejecimiento de los óvulos.

La diabetes y el hipotiroidismo, cuando aún no han sido diagnosticadas pueden contribuir a la pérdida de un embarazo.

Perder a un bebé no nacido puede ser una amarga experiencia para cualquier mujer, tenga la edad que tenga, sin embargo, esta circunstancia no tiene por qué comprometer otros posibles embarazos.

La emoción que representa la pérdida de un embarazo necesita ser expresada y es importante compartir con la pareja los sentimientos de frustración y de tristeza.

En los casos de pérdida de varios embarazos seguidos, es imprescindible buscar la causa haciendo los estudios médicos necesarios.

La causa más frecuente de abortos espontáneos múltiples es la trombofilia, genética o adquirida, que se manifiesta como una dificultad de coagulación en la madre que produce tanto abortos como muerte fetal en embarazos avanzados.

También las deficiencias hormonales y los problemas inmunológicos pueden ser causa de abortos, siendo los defectos genéticos la causa principal, sobre todo durante los tres primeros meses de embarazo.

Aunque un problema genético lo puede tener una madre a cualquier edad, es más probable si se superan los 35 años, cuando existen mayores posibilidades de transmitir defectos cromosómicos, como el síndrome de Down.

En los Estados Unidos, entre un 15 y un 25% de embarazos se pierden por problemas en la placenta que es el órgano que alberga al bebé y que comienza a formarse desde la fecundación.

Toda pérdida implica la elaboración normal del duelo para poder seguir adelante y comenzar a pensar en una nueva búsqueda.

El duelo es un proceso que pasa por distintos estados emocionales; comienza con la negación, ignorando o minimizando el suceso como si no hubiera pasado nada, que luego se transforma en bronca por haber perdido del hijo tan deseado; y la consecuente tristeza de su ausencia hasta la aceptación, que será lo que le permitirá tanto a la madre como al padre despedirse de ese bebé que no conocieron pero que sintieron moverse en el vientre materno que les permitirá creer en la esperanza de concebir un nuevo hijo.

Si el dolor no es expresado, se manifestará de alguna forma en algún momento de la vida de la madre, con una depresión o con sentimientos de insatisfacción, pero también con malestares o enfermedades físicas.

Malena