Quiero vivir con mi padre


En Argentina, cuando los padres se separan, hasta los cinco años los hijos viven con la madre, después de esa edad, en forma consensuada se decide con quién vivirán los hijos teniendo en cuenta su preferencia.

La tenencia de los hijos también puede ser compartida; lo mejor en estos casos es que los padres lleguen a un acuerdo, caso contrario es el juez el que decide.

El hecho de no vivir con los hijos no está exento de responsabilidades, ya que los chicos necesitan estar en contacto con ambos progenitores y sentir que son importantes para ellos.

Actualmente, los padres jóvenes están más preparados para comprometerse a atender las necesidades de un niño, aunque esta posibilidad suele darse más bien cuando los hijos son adolescentes y pueden empezar a sentirse incómodos con las exigencias de sus madres.

Pero siempre será mejor no interferir demasiado en la voluntad de los chicos y hablar para lograr un acuerdo sobre qué es lo mejor para ellos.

No obstante, el progenitor que no tiene la tenencia, tiene el derecho de verlos libremente si la pareja mantiene una buena relación a pesar de haberse roto el vínculo, o bien con el régimen de visitas que otorga el juez; de participar en las decisiones importantes, de llamarlos por teléfono, de mandarles mensajes por teléfono o correo electrónico y de demostrar la intención y el interés de permanecer al tanto de todo lo que se refiere a ellos.

Si el hijo desea vivir con el padre, la madre tiene que comprender las razones que tenga y favorecer ese acercamiento, principalmente si se trata de hijos varones.

Si la madre se niega o pone reparos, ya sea por celos, temor o dudas, creará en su hijo sentimientos de culpa porque sentirá que la está traicionando queriendo estar con su padre.

No siempre querer vivir con el padre significa salir de una situación conflictiva con la madre, a veces se trata de tener más comodidad o mejores accesos a los lugares donde los hijos desarrollan sus actividades.

Cuando los padres se encuentran frente a esta situación y les cuesta resolver el problema, pueden recurrir a un psicólogo que los hará dialogar entre ellos para llegar a un acuerdo, mostrándoles las reales razones para su desacuerdo y evitando con su presencia los enfrentamientos y las peleas.

Algunos padres se esfuerzan para hacer más satisfactoria la estancia de sus hijos en su casa ofreciéndoles entretenimientos o vacaciones de alto costo, sin embargo, los niños tienden a recordar más las pequeñas cosas de las rutinas diarias que esas experiencias .

El tiempo que un padre pueden compartir con su hijo debe ser aprovechado para mantener una comunicación fluida, interesándose por sus cosas, y preguntándole que desea hacer cuando está con él; y principalmente tratando de no desilusionarlo faltando a lo prometido, llegando tarde cuando lo espera u olvidándose de las citas con él.

Los cumpleaños o invitaciones que tienen los niños son importantes, por eso los padres deben tenerlas registradas en sus agendas como cualquier otro compromiso.

Cuando los niños están con su padre tienen que sentir que él está presente, mostrando su deseo de participar en las actividades que planeen y confirmando que se alegran con su compañía.

Tienen que evitar caer en la tentación de hablarles mal de su madre, porque sus sentimientos hostiles hacia ella de ninguna forma podrán ser compartidos por ellos, sea ella quien sea; porque los niños aman a su madre y los harán sentirse culpables por eso, creándoles un conflicto.

Los padres separados tienen que demostrar toda su madurez relegando toda hostilidad entre ellos en bien de los hijos, teniendo actitudes de generosidad y respeto y evitando discusiones estériles que acentúan las consecuencias inevitablemente devastadoras del divorcio.

La madre tendrá que entender las razones que pueda tener su hijo para querer ir a vivir con su padre y no necesariamente sentirse culpable de esa situación, porque lo usual es que los hijos idealicen al progenitor que no vive con ellos y sientan tristeza porque están solos.

El niño que decide ir a vivir con su padre no abandona a su madre, porque puede seguir teniendo con ella un contacto permanente, compartir salidas, días de visita y pudiendo hablarles y verlas todas las veces que la necesiten.

Malena