Alzhéimer y Parkinson


Estudios recientes han revelado que en la génesis de las enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer y el Párkinson, el estrés es un factor ambiental importante.

Las lesiones o sobrecargas en el cerebro pueden producir daños irreversibles en ciertas células cerebrales, originando o incrementando los síntomas de enfermedades como el Párkinson.

A medida que los conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro se van profundizando, cobra mayor validez el concepto de que la genética no es suficiente para determinar el curso de una enfermedad y más bien ésta es el resultado de la interacción compleja entre los genes y las condiciones ambientales en las que se desarrolla la vida; siendo el estrés uno de los principales responsables de las enfermedades neurodegenerativas.

Ya han sido comprobados los efectos del estrés sobre muchos trastornos psicológicos como por ejemplo la depresión y la ansiedad crónica.

Por lo tanto, sabiendo que el exceso de preocupaciones, la vida acelerada, las obligaciones y las múltiples ocupaciones cotidianas pueden producirnos estrés, por lo menos podemos hacer algo para controlarlo.

En principio deberíamos comenzar por aprender a relajarnos, si es que nuestro deseo es tener una vejez con un cerebro sano.

Hasta no hace mucho tiempo, el Alzhéimer era considerado un mal hereditario, sin embargo, desde hace ya más de veinte años, comenzaron a vislumbrarse indicios de una importante participación de factores ambientales para el desarrollo de esta enfermedad.

El equipo de la epidemióloga de la Universidad Duke, Brenda Plassman, investigaron el efecto ambiental estudiando a gemelos idénticos, cuyo material genético es casi el mismo.

Si uno de los gemelos padeciera una enfermedad genética, el otro también la tendría que padecerla, ya que tienen prácticamente los mismos genes; sin embargo, sólo un cuarenta por ciento de los que participaron en el experimento comparten esta enfermedad.

Con el fin de buscar las posibles causas intervinientes además del factor genético, el equipo de Mark H. Tuszynski, de la Universidad de California en San Diego, estudió el cerebro de monos Rhesus de edad avanzada que habían sido sometidos a estrés y descubrieron que las condiciones de encierro y la falta de ejercicio físico, además de provocarle estrés aumentaba sus concentraciones de hormonas glucocorticoides.

El cortisol es una hormona glucocorticoide que se libera en humanos por efectos del estrés e influye en el cerebro llegando a debilitar la comunicación en las conexiones interneuronales y hasta terminar por anularlas por completo.

Los investigadores también pudieron comprobar una mayor densidad de placas amiloides, rasgo patológico característico del Alzhéimer, además de una menor densidad de sinapsis, haciendo que los cerebros de los monos sometidos a estrés se volvieran más vulnerables a la degeneración.

Sin embargo, el estrés parece no afectar a todos los individuos por igual aún en igualdad de condiciones ambientales.

Se sabe, que no todos viven las experiencias de la misma manera y que frente a circunstancias negativas algunos pueden sufrirlas intensamente mientras que otros pueden vivirlas con más tranquilidad.

Sin embargo, estos experimentos no son suficientes como para llegar a una conclusión definitiva.

Otros estudios con roedores muestran que aunque el estrés por sí solo no degrade la memoria, éstos pierden la capacidad de aprender información nueva y recordarla.

Investigaciones sobre la enfermedad de Párkinson que se caracteriza principalmente por trastornos en la motricidad, muestran que el estrés puede acelerar su aparición, enfermedad que se manifiesta en el cerebro con pérdida de células cerebrales productoras de dopamina, que es el neurotransmisor responsable del movimiento voluntario.

Estos estudios revelan que el estrés es más que una reacción emotiva sino que puede dejar huellas irreversibles en el cerebro.

Afortunadamente, el estrés es algo que se puede controlar con ejercicios de meditación, descanso nocturno adecuado y actividad física practicada con regularidad.

Malena

Fuente: “Mente y Cerebro-Investigación y Ciencia”; “Sobrecarga en el cerebro”; Brian Mossop; doctor en ingeniería biomédica con post grado en Neurociencias y periodista científico.