Ataque de locura homicida en Pensilvania


Alex Hribal, es un joven de 16 años que cursaba normalmente estudios en una escuela secundaria del estado norteamericano de Pensilvania, cuando un día, armado con dos cuchillos de entre 20 y 25 centímetros, atacó en el colegio a sus compañeros, hiriendo a 21 de ellos y a un guardia de seguridad, mientras corría como desesperado por los pasillos.

Este joven no tenía ningún antecedente policial, se comportaba adecuadamente en el colegio, parecía carecer de los motivos usuales para sentirse discriminado, era aceptado por sus compañeros y no tenía problemas para relacionarse. Jamás había dado muestras de ser agresivo ni de estar dispuesto a participar en alguna pelea; su rendimiento en el colegio era más que bueno y tenía un hogar y una familia sólida y estable.

Su abogado defensor, Patgrick Thomassey, señaló en el programa Good Morning America de la cadena ABC, que el único dato distintivo de su defendido es que aunque ya tiene 16 años, sólo representa tener 12; mientras el agresor, después del hecho, sólo manifestó su deseo de morir al ser detenido.

Aunque parece tratarse de un adolescente normal con un entorno favorable y sin problemas en la escuela, el hecho de no aparentar su edad puede haber sido para él motivo suficiente para sentirse infeliz y desconforme.

Con una base genética probablemente predispuesta a sufrir trastornos mentales, esa condición adversa puede haber desencadenado una crisis en una etapa de la vida en que es común que la personalidad esté disociada.

La primera condición para la estructuración de la personalidad es la aceptación del esquema corporal, y mientras éste no sea aceptado, un individuo puede sentirse disociado.

En una sociedad que privilegia a los más dotados físicamente y que valora los cuerpos masculinos atléticos y mejor desarrollados, es difícil aceptar tener una estructura pequeña y aparentar ser aún un niño a los 16 años.

El hecho de no causar problemas en la escuela y de ser un buen alumno no nos asegura que muchos de sus compañeros, lo hayan tratado más de una vez de “enano”, y que él aparentemente haya ignorado esos agravios.

Así es como la ira acumulada y reprimida puede dar forma a una idea obsesiva, en este caso la de hacer justicia y castigar a todos con la misma vara.

Se puede decir que ese pensamiento negativo se apodera de una persona, llegándose a transformar en su proyecto personal y en el sentido de su existencia.

Luego del hecho, es lógico que quiera morir, porque una vez que ha concretado su objetivo, ya no tiene motivo para seguir viviendo.

Lamentablemente, en los Estados Unidos, este es un fenómeno que se repite y que llena de desconcierto a todos, porque no se trata de problemas raciales, ni económicos, se trata de algo más grave, pretender que todos sean iguales, independiente de su naturaleza, que es algo inevitable.

Cada persona es única e irrepetible, no hay dos que tengan las huellas digitales iguales y precisamente son las diferencias las que nos distinguen; por eso es inexplicable que los adolescentes se burlen de quien no llega a cumplir con los parámetros que ellos consideran normales.

Las burlas suelen ser tan sutiles que sólo las pueden notar quienes las reciben y nunca caen en saco roto.

Este joven será juzgado y condenado como adulto.

Malena

Fuente: “La Nación”; “Desconcierto sobre los motivos del ataque en Pensilvania”, abril 2014