El Abrazo


Un abrazo puede tener distintos significados pero transmite el mismo mensaje de afecto que tanto necesitamos.

Un abrazo nos hace sentir queridos, disminuye nuestros miedos, nos brinda confianza, nos ayuda a soportar las pérdidas, nos estimula para seguir adelante, nos da valor en las experiencias difíciles, nos hace sentir que no estamos solos.

Con un abrazo demostramos amor, reconocimiento, amistad o gratitud; podemos aliviar el dolor ajeno físico y emocional, favorecer la recuperación de un enfermo, levantar la autoestima, mejorar la vejez.

El contacto físico es la forma de comunicarnos más ancestral que tiene una importancia primordial al nacer. La piel, el órgano más grande del cuerpo, es la que recibe, a partir del abrazo materno, el más completo y eficaz estímulo que ayuda a establecer buenos vínculos con el mundo exterior.

El abrazo es una necesidad vital que tiene amplios efectos terapéuticos desde el inicio de la vida, es el mejor remedio para disminuir el dolor, la ansiedad y la depresión y el recurso más efectivo para ayudar a recuperar las esperanzas perdidas.

El abrazo es gratuito, no ocupa lugar, no tiene contraindicaciones, está disponible en todos lados, transforma la energía de un individuo en positiva, calma la ira y mejora a la sociedad.

Los abrazos retrasan el proceso de envejecimiento, proporcionan alegría de vivir, relajan las tensiones y ayudan a dormir.

Un abrazo ayuda a perdonar, nos hace crecer, nos protege de la soledad y del peligro del individualismo.

La historia de dos gemelas al nacer, publicada en un artículo del Reader´s Digest en 1996, nos permite reflexionar sobre la natural tendencia al acercamiento que existe entre los seres humanos ya desde el nacimiento.

Las hermanitas Jackson nacieron prematuras; Kyrie no tuvo problemas pero Brielle, además de ser más pequeña tenía problemas respiratorios.

Ambas estaban en incubadoras separadas y recibían los mismos cuidados intensivos, pero Brielle no lograba mejorar su pronóstico y se debilitaba poco a poco.

Hasta que a la enfermera Gayle Kasparian, desafiando las reglas de la clínica donde estaban internadas, decidió colocarlas a ambas en la misma incubadora.

Tanto la enfermera como los padres de las criaturas pudieron ver azorados, cómo la gemela más saludable colocaba su pequeño brazo sobre el hombro de su hermana y al poco tiempo comprobar cómo recuperaba su ritmo cardiaco.

La fotografía de las gemelas abrazadas recorrió todo el mundo e hizo cambiar las reglas en muchos hospitales, reconociendo de este modo el valor del contacto y su efecto terapéutico.

Estudios realizados en la Universidad de Carolina del Norte revelan que el contacto humano y los abrazos, aumentan los niveles de oxitocina en sangre y disminuyen la presión arterial y el ritmo cardiaco.

Según investigaciones realizadas con bebés en la Universidad de Duke en los Estados Unidos, cuando no existe contacto físico mueren millones de neuronas y el cerebro de un niño carenciado de afecto es un 20% más pequeño, probablemente por falta de hormona de crecimiento, lo que da lugar al conocido trastorno denominado enanismo psicosocial.

La necesidad de ser abrazados no disminuye con la edad, al contrario aumenta con los años. El abrazo se aprende, se enseña y se contagia; tengámoslo siempre presente para no tener que lamentarnos por todos los abrazos que evitamos y no dimos en su momento.

Malena