¿Estás contento con tu vida?



Según una encuesta realizada a un millón de personas en 45 países de todo el planeta,  la persona normal es moderadamente feliz.   En Argentina, los resultados de un estudio a largo plazo realizado por TNS Gallup durante veinte años en todo el país, son semejantes.  Por ejemplo, la última muestra realizada entre 1012 personas, el 52% de los argentinos se siente bastante feliz, el 32% son muy felices y sólo el 14% se considera poco o para nada feliz.

Cabe aclarar en qué consiste ser feliz y qué significa ser normal.

La felicidad es una sensación de plenitud que no es permanente, porque depende tanto del equilibrio interior como de las circunstancias externas y cuando éstas son adversas,  recuperar el estado de bienestar  lleva tiempo.

Estar en paz con uno mismo parece ser la clave de la manera en que se viven las experiencias, ya que en mayor o menor medida todos tenemos que pasar por las mismas circunstancias vitales.

La Psicología positiva enseña que siempre se puede elegir ser feliz aún en las peores circunstancias,  sin embargo, algunos prefieren sentirse víctimas del destino o creer que se merecen un castigo antes de aceptar que tienen el poder de elegirse a sí mismos.

La realidad puede ser objeto de dos miradas, una que rescata su parte positiva y buena y la otra que se empeña en ver lo malo.  El optimista va a ver siempre el vaso medio lleno, mientras el pesimista lo va a ver medio vacío.

Claro que los medios de comunicación masivos sólo se interesan en difundir calamidades y tragedias para captar la atención,  ignorando todo lo bueno que también sucede en el mundo, creando en el público la sensación de que la vida es un infierno donde no hay lugar para la esperanza, pero cada uno de nosotros tiene la opción de compartir o no ese criterio.

La felicidad es sinónimo de bienestar, es sentirse equilibrado, es estar contento con nosotros  mismos, con quiénes somos y con lo que hacemos; es poder amar y ser amado, es poder comprender las adversidades de la vida, atribuyéndoles un significado y un se sentido. 

Nuestra postura existencial dependerá esencialmente de hasta qué punto hemos podido interpretar las experiencias que hemos vivido y hasta dónde nos hayan afectado emocionalmente.

La persona “normal” es la que puede atreverse a expresar las emociones tanto buenas como malas con plenitud, sin dejar ninguna huella de esa experiencia para después, sin negar el dolor, sin reprimir nada, llorando todas las lágrimas, aceptando la realidad tal cual es y perdonando todo a todos.

La persona “normal” es la que ha logrado desarrollar su capacidad de resiliencia, o sea de adaptarse a las circunstancias de la vida, aún de las más adversas; es la que cree en sí misma, la que espera cumplir sus deseos y concretar sus sueños, la que es capaz de interpretar sus propios actos y los de los demás; la que puede dominar sus impulsos, ser creativa y optimista, la que tiene voluntad y esperanzas.

Somos personas con muchos recursos y fortalezas, con un propósito para cumplir, con el poder de cambiar de rumbo si no nos satisface el que seguimos o no nos da los resultados que esperamos, de liberarnos de las cadenas emocionales que representan los proyectos ajenos, de ser coherentes con las decisiones que nosotros mismos tomamos.

En el libro “Psicología Positiva, la ciencia de la felicidad”; Alan Carr, director del doctorado en Psicología Clínica del University College de Dublin nos dice que tener metas que se contradicen entre sí o no poder decidirse por un objetivo, son las condiciones que disminuyen las posibilidades de ser felices.

La Psicología positiva estima que la felicidad se expresa a través de rasgos de personalidad con "afectividad positiva”,  como por ejemplo extroversión, jovialidad, seguridad en sí mismo, espíritu de iniciativa, estado de pleno alerta y atención y capacidad para la toma de decisiones y para la acción.

Los estudios objetivos universales sobre la satisfacción en la vida muestran que este estado de bienestar depende de la satisfacción en el trabajo y en la vida en pareja, de poder dormir bien, de tener la posibilidad de hacer actividad física, de tener amistades y de contar con un proyecto de vida.

La experiencia subjetiva de los argentinos encuestados por TNS Gallup revela que su estado de felicidad se relaciona con la familia, la buena salud, el trabajo, el vínculo con los hijos, y en poder acceder a lo que desean.

En cuanto a los principales motivos de insatisfacción de los argentinos son los problemas económicos, de salud, laborales, familiares, las pérdidas de seres queridos y sentirse solos.

La tendencia a ser o no felices en parte se hereda, sin embargo, la Psicología Evolutiva afirma que esa condición se puede modificar.

Como siempre el temperamento básico influirá en la personalidad, ya que la predisposición genética ayudará a asimilar la experiencia de una forma más positiva o no; la persona tendrá más chance de ser más o menos optimista, más segura de sí misma o más insegura, más pasiva o con mayor iniciativa, más voluntariosa o con menor fortaleza de carácter, con mayor o menor impulso o más activa o no;   y en consecuencia, las oportunidades que le brinde la vida serán directamente proporcionales a su condición.

No obstante, también es cierto que la influencia del entorno puede ser tanto o más influyente que este condicionamiento genético.

Malena
Fuente: “La auténtica felicidad”, Martín Seligman; “La ciencia de la felicidad” Alan Carr.