Modo natural de evitar el estrés - Psicología Malena Lede





La vida moderna tiene un alto grado de exigencias, a veces ineludibles, que no sólo disminuye la calidad de vida sino que atenta contra la salud.

Llevar una vida saludable no es tarea fácil, porque no alcanza el tiempo, se multiplican los compromisos y las obligaciones y vamos quedando atrapados en una maraña de preocupaciones que hasta no nos dejan dormir.

Sin embargo, es bueno recordar que una vida ordenada y sana, generalmente da tiempo para todo sin esforzarse demasiado.

Ciertos hábitos nos pueden perjudicar mientras otros nos pueden beneficiar, la tarea de cambiar unos por otros depende de conocer cuáles son las costumbres saludables que favorecen nuestra salud y cuáles las que la  afectan y de proponerse firmemente modificar ese aspecto de nuestro estilo de vida.

Caminar regularmente

El hábito de caminar todos los días a un buen ritmo, por lo menos veinte minutos, no sólo nos ayuda a eliminar el estrés sino que revitaliza todos nuestros órganos, articulaciones, músculos y huesos; nos rejuvenece, nos permite recuperar el equilibrio y la fuerza de las piernas, agiliza nuestro cuerpo, levanta el ánimo, mejora la actividad cerebral y normaliza la presión arterial, además de reportar otros beneficios específicos a las personas que padecen problemas psicológicos u orgánicos.

Meditar u orar diariamente

Están comprobados científicamente los beneficios que producen la meditación o la oración diaria.
Esta práctica nos permite conectarnos con nosotros mismos y con el todo que nos rodea, relaja nuestro cuerpo, nos ayuda a desechar pensamientos tóxicos, a aclarar las ideas, a aumentar la autoestima, a mejorar la concentración y la memoria, a disminuir la ansiedad y lograr la paz interior.

Descansar normalmente

Descansar lo necesario restaura el cuerpo y la mente, nos permite mejorar nuestra atención y el rendimiento intelectual y físico; y aumenta la inmunidad.  Dormir ocho horas regularmente y proponerse disfrutar tanto de un descanso semanal como de unas merecidas vacaciones una vez por año, aumenta la autoestima, mejora nuestro humor y nos permite recuperar fuerzas para enfrentar las obligaciones de todo el año.

Tomar agua en abundancia

Nuestro cuerpo no puede prescindir del agua para funcionar correctamente.  El líquido elemento es esencial para la vida y lo ideal y más saludable es no habituarse a reemplazarla por otra cosa.
Ocho vasos diarios de agua por día es la cantidad mínima que habría que tomar para beneficiar las funciones de todos los órganos.

Conservar la fe y la esperanza

Tener fe significa creer en la vida, en que la existencia tiene un significado, que hay un orden natural, que nuestros esfuerzos de algún modo tendrán sus frutos y que no todo depende de nosotros.

La esperanza es lo último que se pierde y lo que nos permite saber esperar, perseverar en nuestros intentos, con confianza en nosotros mismos y en la realidad que en última instancia siempre nos premia por nuestras buenas acciones.

Moderación en todo

La moderación y el equilibrio facilitan la vida, que siempre nos cobra todos los excesos.

La templanza nos permite elegir lo mejor para nosotros y desechar lo que nos hace daño, como las drogas, el alcohol, el cigarrillo, el juego compulsivo, la vida sexual sin control y las relaciones tóxicas.  Es una virtud que nos lleva a comportarnos en forma inteligente y a reflexionar antes de actuar.

Ser moderado en todo, en el trabajo, el estudio, la alimentación y en las recreaciones nos permite saborear la vida de a poco, estar en el momento presente sin adelantarnos a los acontecimientos y sin presionarnos, y significa además no hacer más de lo que podemos ni enfrentar riesgos que puedan afectar nuestra integridad física.

Contacto con la naturaleza

Disfrutar del sol, del aire libre, del agua, de la tierra, de los árboles y de las plantas nos mantiene fuertes y sanos física y mentalmente.  El sol es un eficaz antiséptico, el color verde de árboles y plantas calma los nervios, los baños de mar desinflaman los órganos, el aire puro despeja nuestros pulmones, el contacto con la tierra nos permite recordar nuestro origen y nuestro destino.

Alimentación

Comer para vivir y no vivir para comer, porque somos lo que comemos.
Consumir por lo menos tres comidas diarias en forma regular y recordar siempre que hay que desayunar como un príncipe y cenar como un mendigo.
Lo más recomendable es mantener una alimentación variada y natural, preferentemente en buena compañía y evitando las discusiones en la mesa.
Alimentarse en forma regular y saludable, sin apuro y disfrutando cada bocado, mantiene el cuerpo y la mente saludables.

Malena