Formas de envejecer - Psicología Malena Lede




Las diferencias individuales son innegables en todos los aspectos de la vida; y también a la hora de envejecer, todos somos distintos.

Los genes, el cerebro y el comportamiento son los factores que influyen en la forma de envejecer, de manera que la interacción entre constitución genética y estilo de vida puede dar como resultado un modo de envejecimiento diferente.

Mucho se habla sobre la vejez pero poca atención reciben las diferencias individuales en el proceso de envejecimiento.

El rendimiento intelectual de una persona comienza a disminuir a partir de los veinte años, principalmente en cuanto a la velocidad del procesamiento de la información, y en lo que se refiere al conocimiento sobre acontecimientos y el juicio global, se incrementan hasta la vejez.

Hasta ahora, no se ha podido definir con exactitud cuando comienza la degeneración intelectual, ya que según investigaciones realizadas, para la mayor parte de las funciones existe un perfil de envejecimiento individual.

La disponibilidad de dopamina, que es un neurotransmisor que interviene en muchas funciones cognitivas, influye en la capacidad de rendimiento cognitivo y se ha constatado un fenómeno similar en otros genes que participan en las capacidades mentales.

Sin embargo, los genes de una persona, por sí solos, no condicionan su destino ya que el estilo de vida también tiene una función muy importante; o sea que la herencia genética y los factores ambientales se combinan de tal manera que una forma de vida sana puede prevenir el deterioro propio de la vejez.

Los tres factores fundamentales a considerar son la actividad física regular, la estimulación intelectual y una vida social activa e intensa.

En un estudio realizado por psicólogos de Estados Unidos y Alemania, en 2009, se comprobó que la disfunción del intelecto podría detenerse si se producen cambios en el estilo de vida, que lo hiciera más activo tanto en el aspecto cognitivo como físico.

Esto se debe a la plasticidad neuronal, capacidad que tiene el cerebro para crear nuevas neuronas y sus conexiones entre sí que hace posible que las habilidades realizadas con regularidad mantengan fresca la mente hasta edades muy avanzadas.

Las personas ancianas que se mantienen activas y ágiles tienen mayor flexibilidad intelectual, lo que les permite prestar atención a más de una cosa al mismo tiempo, como sería cruzar la calle y hablar con quien las acompaña.

Estudios realizados durante doce años, en Boston, comprobaron la influencia de las relaciones sociales en las personas mayores, sobre su rendimiento cognitivo. Las personas más integradas socialmente mostraron una menor degeneración cognitiva que las que eran menos sociables.

Para ejercitar las funciones cognitivas no basta con la práctica de las destrezas que ya se conocen como la gimnasia mental, que no evita el envejecimiento por sí misma tanto como se cree; es necesario ejercitar las funciones cognitivas básicas, como cambiar una tarea por otra, o elegir otra estrategia de acción para un determinado problema, que exige evaluar otras alternativas eficaces disponibles.

El baile, además de ser divertido, ayuda a mantener el bienestar psíquico y físico en mayor medida que cualquier otra clase de estimulación mental ya que a la vez aumenta la coordinación, la resistencia y la capacidad perceptiva.

Otro recurso útil para mejorar el rendimiento de la memoria, que se conoce como pensar sobre el pensamiento, una técnica de autocontrol que consiste en prestar atención y luego reflexionar sobre ese objeto de atención para cerciorarse si se grabó lo suficiente en la memoria como para recordarla después.

Construimos nuestra propia vejez; más en función de nuestra biografía que de nuestra biología, eso es lo que sostiene el psicólogo especialista en senectud Hans-Werner Wahl, de la Universidad de Heidelberg, quien además afirma que la edad no implica por sí misma una merma del bienestar y de la vida social.

Malena
Fuente: “Mente y Cerebro”- No.51/2011; “Vejez personal”; Irene E.Nagel.