La Personalidad "Maná", de chamanes, hechiceros, curanderos, líderes, artistas - Psicología Malena Lede



Según Jung, la personalidad “Maná” es un ser lleno de cualidades ocultas, conocimientos mágicos y energías; que puede reconocer que en él actúa un factor psíquico que puede eludir mágicamente su voluntad consciente. También es la fuente de inspiración de ideas extraordinarias, permite realizar actos asombrosos y es superior en saber y en voluntad.

El yo consciente es el que se relaciona con esta instancia psíquica, el que se hace cargo del “maná” y el que se convierte en personalidad “Maná”.

“Maná” es una parte dominante del inconsciente colectivo, el arquetipo del hombre poderoso, del héroe, del chaman, del mago, del curandero, del artista o del santo, es el amigo de un Dios omnipotente, que se adueña de hombres y espíritus identificado con una figura inconsciente.

En ciertas patologías mentales graves también el yo es dominado por el inconsciente colectivo y puede llegar a manifestarse a través de alucinaciones y delirios, y de lenguajes que el enfermo no conoce, inclusive dialectos de pueblos antiguos que ya no se hablan.

El hombre primitivo se daba cuenta que tenía una energía más fuerte sin saber por qué, entonces reconocía y le reconocían que tenía “Maná” y se convertía en el chaman de la tribu.

En las mujeres el equivalente es la gran madre misericordiosa que siempre ha vivido para los demás y que nunca se ocupa de sí misma, alienada por la imagen inconsciente de la madre perfecta.

El hombre o la mujer que se identifique con un arquetipo, se convierte en una figura colectiva, y proyecta los valores positivos y negativos a costa de su dignidad personal.

Para los occidentales, el hombre promedio es solamente una persona, o sea una máscara social; que es una especie de relación entre la conciencia individual, las normas sociales con todas las expectativas; y la obligación de actuar distintos roles.

El individuo crea una personalidad artificial que obliga al yo a identificarse con la persona, llegando el sujeto a creer que el rol que representa es él.

Sin embargo, la ausencia del “alma” o del sí mismo es aparente y de algún modo tiende a aparecer, ya que el inconsciente no tolera ser desplazado.

Otra esclavitud del yo es la transferencia de la energía del inconsciente a la personalidad “Maná”, que se puede resolver con la disolución de la personalidad Maná, o sea logrando establecer el equilibrio entre ambos y la instauración del “sí mismo”.

En este proceso, esta parte del inconsciente pierde el poder y normalmente pasa a ser sólo una función psicológica intuitiva.

El sí mismo, para Jung, es el punto central de la personalidad, el equilibrio entre el inconsciente y la máscara social; o sea, el Dios en nosotros.

Los budistas creen que el sí mismo se puede lograr con el perfeccionamiento progresivo, y llegar a interiorizar una reminiscencia de encarnaciones anteriores.

En algunos estados de hipnosis se puede lograr que el sujeto hipnotizado recuerde sus vidas pasadas, su lugar de residencia, que se puede comprobar que todavía existe, cómo se llamaba, cómo murió, el nombre de toda su familia, su escuela, su barrio y las circunstancias traumáticas vividas, que según la filosofía budista, representa su karma en esta vida.

El concepto de alma del enfoque religioso o filosófico está separado del yo; mientras el sí mismo budista no sólo es la suma de todo lo vivido sino que además condiciona la vida futura, es el karma que nos condiciona y que se manifiesta a través de presentimientos, hechos, experiencias ; y es de allí donde surge la idea de la inmortalidad. Pero para la Psicología la inmortalidad es un hecho psicológico.

La humanidad se encuentra, desde el punto de vista psíquico, en un estado infantil, la mayoría necesita las leyes, que les digan qué hacer, que los dirijan, que los cuiden.

La sensación del “sí mismo” se alcanza al finalizar la individuación, un sentimiento irracional, indefinible, del que el yo es sólo una parte, que puede manifestarse en el momento de la muerte como una experiencia asombrosa.

Malena

Fuente: “El yo y el inconsciente”; Carl G. Jung.