Ser padres hoy - Psicología Malena Lede




Ser padres exige la madurez necesaria como para ser capaces de amar sin condiciones a los hijos, para poner las reglas y hacerlas cumplir,  para ponerles límites y enseñarles con el ejemplo a distinguir el bien del mal; porque los hijos son el reflejo de los padres y siempre desean superarlos.

El rol de los padres es intransferible porque nadie lo puede reemplazar con la misma eficacia y porque la conducta de los padres es la base sólida de los valores que tendrán los hijos.

El ambiente en que un niño vive es el que lo forma y lo educa, porque todo lo que hagan los padres lo harán también los hijos.

Los padres nunca deben desautorizarse entre sí delante de sus hijos; deben escucharlos con atención y no gritarles, convencerlos con fundamentos sólidos y no prohibirles;  disuadirlos y no obligarlos; alentarlos y no criticarlos;  señalarles su potencial  y no compararlos y hacerles saber qué esperan de ellos sin coartar su vocación.

Un clima hogareño pacífico hace niños felices, porque las discusiones, la violencia y la inestabilidad hace niños inseguros y desconfiados.

Los niños quieren que sus padres ejerzan su rol, necesitan su presencia, su liderazgo, sentir que para ellos son importantes.

La familia es el soporte de los hijos en un mundo donde ya no existen modelos para seguir, donde los valores son relativos y difusos, donde impera el egoísmo, el desprecio por la vida y la falta de compasión.

Los niños que se sienten contenidos en un ambiente familiar seguro y estable, desarrollan confianza en sí mismos y en sus capacidades.

La permisividad no es amor, es comodidad y es eludir la responsabilidad de asumir el control y el rol de padres. 

El niño difícil toma el mando cuando sus padres han tenido miedo de ponerle límites o porque no han tenido tiempo para dedicarle, que lo han consentido y le han dado todo pero que nunca han estado cerca de él para guiarlo o escucharlo.

Para que los hijos sean capaces de tomar las riendas de sus propias vidas y sean capaces de crecer y madurar como adultos,  necesitan  padres firmes que  impongan reglas claras y que señalen y guíen su camino.

Cuando los hijos crecen, los padres deben reconocer su autonomía,  respetar su edad y su capacidad y confiar en ellos.

Malena Lede - Psicóloga