Hay maestros que
son capaces de enseñar a sus alumnos que los policías son malos y los que
producen disturbios en la calle con sus reclamos, cortan el tránsito, insultan
y les tiran piedras a los agentes del orden son buenos.
Como por ejemplo una maestra de
jardín de infantes que le hizo dibujar a sus pequeños alumnos en clase, a policías “malos”
pegándoles a maestros “buenos” que
realizaban una protesta.
Los niños a su
cargo recibieron así el mensaje subliminal “la policía es mala, los maestros buenos” con la falsa información malintencionada de su
maestra.
Enseñar a un niño
que la policía es “mala” al intentar poner orden y los maestros “buenos” por
cortar el tránsito en horas pico y cometer actos de violencia, es un golpe bajo
que no tiene en cuenta el daño psicológico que puede causar a ese niño; porque
es en la escuela donde se afianzan los valores que se aprenden en el hogar, pero
también donde se pueden confundir, como en este caso, y producir un conflicto
que puede tener consecuencias devastadoras en el futuro.
Sabemos que muchos
valores se han perdido y que la sociedad está sufriendo graves atropellos de
personas que cometen serios delitos sin sentir culpa. Robos impunes, arrebatos en plena calle a
cualquier hora del día, violaciones, crímenes.
A este estado de
cosas ahora se suma la acción intransigente de los sindicalistas de los
docentes, que desesperados por la falta de respuesta de las bases están
dispuestos a enfrentar a la policía, encapuchados para que no los identifiquen y
armados con palos.
La maestra
mencionada hizo su parte, enseñando a sus pequeños alumnos que la
policía es mala porque les pega a los maestros y que los sindicalistas que
producen caos en las calles, sin importarles nada del resto de la población,
son buenos.
Sin embargo no fue
así, porque la policía hasta ahora ha tenido una conducta irreprochable con los
huelguistas. Fueron ellos los agredidos
con toda impunidad y no la banda de encapuchados con palos y piedras que
encabezaba la protesta.
Si para conseguir mejoras
salariales, los sindicalistas han llegado al extremo de alquilar bombos y
matones y los maestros son capaces de inculcarles valores perversos a los niños,
están demostrando que la actual decadencia moral también los ha alcanzado a
ellos, que entonces representan un riesgos para nuestros hijos y que ya no son aptos
para ese trabajo.
Porque los maestros,
que tienen en sus manos la frágil plasticidad de los niños, pueden ser grandes
inspiradores pero también pueden generar, como en esta circunstancia, una
influencia nefasta en sus alumnos.
Los grandes inspiradores
son pocos, por eso, hay que cuidar mucho a nuestros niños de los otros, de los que
no tienen vocación y que como no logran hacer nada bien,
entonces enseñan.
Malena Lede -
Psicóloga
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