EL PODER CURATIVO DEL TACTO - http://psicologia-malenalede.blogspot.com




El sentido del tacto nos sirve para expresarnos y comunicarnos; nos relaja y también nos estimula, pero también nos proporciona importantes beneficios para la salud porque nos cura.

El estímulo del tacto es indispensable para los recién nacidos, que pueden llegar a morir si no lo reciben de persona alguna, aunque sean alimentados normalmente.

Las últimas investigaciones muestran los múltiples beneficios físicos y psíquicos que produce en las personas el contacto piel a piel.

En los tiempos que nos toca vivir,  la gente se toca cada vez menos a pesar de los múltiples beneficios que produce; como un abrazo a tiempo que puede cambiar el estado de ánimo de una persona que está triste.  Este efecto fue el origen del movimiento “Free Hugs” (abrazos gratis), iniciativa cuyo objetivo fue y sigue siendo alegrar la vida de la gente.

Hipócrates decía que además de saber muchas cosas un médico debe aprender a dar fricciones.
Según un informe de la revista Science Translational Medicine, un masaje de diez minutos puede reducir la inflamación de los músculos después de hacer ejercicio y favorecer el crecimiento de nuevas mitocondrias, que son las centrales energéticas de las células.

Psiquiatras norteamericanos pudieron demostrar que luego de un masaje aumentan los glóbulos blancos del sistema inmune y al estimular la circulación de la sangre y la linfa incrementa el bienestar y disminuye la hormona ligada a la conducta agresiva.

La región cerebral que procesa las sensaciones táctiles es una de las más grandes del cerebro y las sentimos en todo el cuerpo.

A pesar de los múltiples beneficios que produce el tacto los humanos se comunican a través de la piel cada vez menos, priorizando otros sentidos como la vista y el oído. Los medios audiovisuales han ganado terreno y son los que se prefieren para recibir y dar información.

La gente se avergüenza de dar la mano o una palmada reconfortante en la espalda a otro cuando la necesita, porque tocarse está mal visto, lo que hace que relacionarse personalmente sea cada vez  más difícil.

Enseñamos a los niños a “no tocar” sin tener en cuenta que los estamos quitando una forma de comunicación natural y necesaria.

El tacto es el primer sentido que experimentamos aún antes de haber nacido y es el único que no perdemos con el paso del tiempo.

Vivir aislado y con pocas probabilidades de tocar a otros y ser tocado, produce en las personas hambre de piel y puede favorecer el desarrollo de enfermedades autoinmunes y crónicas.

Malena Lede - Psicóloga