La ansiedad es el miedo a lo desconocido, influye en la forma en que interpretamos
la realidad y utiliza la atención para influir sobre nosotros.
El ansioso huye hacia adelante y en su afán de evitar el peligro real o fantaseado, se adelanta a los acontecimientos.
Si la ansiedad es generalizada toda experiencia es
interpretada como amenazante; y si padecemos de ansiedad social, nos parecerá
que los demás nos observan y hablan de nosotros.
O sea que en definitiva la ansiedad nos obliga a ver
la realidad desde un punto de vista negativo.
Se puede ser ansioso como rasgo de personalidad; o
estar ansioso en una situación de peligro real, ya que la ansiedad cumple una función
adaptativa que es clave para la supervivencia; o se puede padecer de ansiedad patológica.
Cuando se trata de un rasgo de personalidad,
cualquier experiencia sin demasiada importancia puede ser interpretada como
todo un desafío, lo que hace que la persona evite o controle todo estímulo potencialmente amenazante.
Las personas que sufren un trastorno de ansiedad son
más sensibles a la información negativa, más pesimistas y tienen más dificultades
para controlar sus pensamientos.
La ansiedad interfiere en todas las experiencias
cotidianas, determina la dirección de la atención y la interpretación de los
hechos.
Cuando estamos ansiosos no somos capaces de ver más
de una sola alternativa para la solución de un problema, sin embargo, si somos
optimistas, nos relajamos y confiamos en nosotros mismos podemos encontrar otras
opciones.
El problema puede ser el mismo pero la forma de
encararlo es diferente; porque el estado de ánimo positivo promueve un estilo distinto
de procesamiento mental que favorece la atención en momentos de crisis.
La ansiedad y la atención interactúan en la vida
diaria, a veces ayudándonos a ver las señales de la más mínima amenaza y otras
contribuyendo a que padezcamos de una permanente zozobra e incertidumbre.
Es importante reconocer que, ni no todo lo que hacemos siempre nos sale mal,
ni no todo lo que pasa en el mundo es
malo, peligroso, o grave; que es importante ser cuidadoso y responsable pero no
hasta el punto de no poder disfrutar de ninguna experiencia.
Malena Lede - Psicóloga
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