La Psicooncología estudia la influencia de la mente
en los tumores malignos.
Existe una fuerte convicción en algunos
profesionales de la salud con vasta experiencia, sobre la influencia que puede
tener la forma de pensar y la personalidad de una persona para retardar y hasta
detener el desarrollo de un cáncer.
Existen estudios relacionados con este tema sobre el
cáncer de mama, y aunque todavía no se ha logrado reunir suficientes muestras
como para obtener estadísticas aceptables, parece existir cierta relación entre
esta enfermedad y los sentimientos de ira o temor.
Otros estudios sobre el cáncer de pulmón llegaron a
una conclusión semejante. La represión
de las emociones podría relacionarse con un mayor riesgo de padecer este tipo
de cáncer, sin embargo, al tratarse también de una enfermedad vinculada al
hábito de fumar, los resultados no pudieron demostrar claramente la influencia
de las emociones.
Pacientes con cáncer de intestino grueso, comparados
con personas sanas, mostraron haber tenido en mayor proporción infancias
infelices y menos tolerancia a la frustración.
Investigaciones realizadas en Londres por oncólogos
confirman la posibilidad de que personalidades de tipo “C”, afables, sacrificadas,
tolerantes, pacientes y humildes, presentan un mayor riesgo de padecer de
cáncer.
Estos estudios parecen afirmar que los individuos
con mayor carga emocional que reprimen su ira y que aparentemente se han
adaptado a esa situación, suelen presentar patologías tumorales en forma más
frecuente que el resto.
A pesar de no contar con estadísticas suficientes
sobre la influencia de los factores psíquicos e incluso sociales en la
aparición de un tumor, se ha comprobado científicamente la relación entre los factores
psíquicos y el sistema inmunológico. Por ejemplo, los pacientes depresivos
presentan un sistema inmunológico disminuido.
Debido a que la aparición de cáncer en un organismo
se debe a múltiples factores como la predisposición genética, los tóxicos
ambientales o algunos virus, como también una mala alimentación, la vida
sedentaria, el estrés y hasta el insomnio patológico, es difícil evaluar el
lugar que ocupa la psique en el desarrollo de esta enfermedad; pero es
innegable que desempeña una función en su aparición.
Malena Lede – Psicóloga
Fuente: “Mente y Cerebro” No.46; Psicooncología;
Cáncer y mente.
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