Es común que muchas familias estén desesperadas por el comportamiento de sus hijos en el hogar y no sepan qué hacer; y cuando todos se reúnen en su casa, lejos de ser un momento feliz para compartir, se convierte en una verdadera pesadilla.
Los chicos se pelean y se golpean constantemente; durante las comidas se levantan de la mesa; comen parados; y se tiran cosas unos a otros generando entre ellos mucha tensión y gritos, y recién se van a dormir cuando quieren.
Lejos de ser una grata convivencia, todos los días se libran nuevas batallas, predominando los gritos, los insultos, las malas palabras y la falta de respeto a los padres, que no saben qué hacer frente a esta situación.
Mientras tanto, las habitaciones de los niños están en pleno desorden, después de regresar del colegio la ropa permanece tirada en cualquier parte, los juguetes, libros y útiles escolares se encuentran esparcidos por el piso, la cama está sin hacer y todo luce como si nunca nadie hubiera entrado a limpiar ni a acomodar.
La madre de estos chicos está al borde del colapso, ella representa el fusible que trata de evitar los cortos circuitos entre ellos y el padre; pero últimamente su salud se ha resentido por no poder expresar toda su frustración y bronca.
Cuando vuelve del trabajo, el padre de estos niños comienza con sus gritos y todo se vuelve un caos.
¿Qué es lo que están haciendo mal estos padres sin darse cuenta?
Sus hijos han tomado el control de la casa y ellos lo han perdido; y no saben cómo revertir esta situación porque siguen cometiendo los mismos errores. El padre sigue gritando y castigando a los chicos mientras la madre no dice nada.
En una casa donde no existen las reglas, todos pueden hacer lo que quieren. Los gritos del padre lleva a los niños a imitarlo y los golpes que reciben los conduce a hacer lo mismo con sus hermanos menores, y toda la familia se convierte en un grupo desequilibrado y caótico.
En estos casos, muy frecuentes hoy en día, lo primero que se requiere para volver a la normalidad, es que los padres asuman su rol y pongan las reglas.
Las reglas serán para todos y deberán ser cumplidas, debiendo ser exhibidas en un lugar bien visible.
-Nadie puede volver a gritar
-Nadie recibirá más golpes
-No se dirán más palabrotas
-No se insultarán
-Se asignarán las tareas a cada uno para realizar habitualmente.
-Las habitaciones tienen que permanecer ordenadas
-Las camas tienen que permanecer hechas.
-Ninguno se puede levantar de la mesa sin el permiso de los padres
-El padre le dedicará mayor tiempo a sus hijos, se interesará por su rendimiento en la escuela y jugará con ellos.
-Ambos progenitores se apoyarán entre si en sus decisiones con respecto a los niños y formarán un equipo que trabajará unido.
-Los niños necesitan límites y si no cumplen las reglas, los padres aplicarán una penitencia que deberán hacer cumplir con firmeza.
Los chicos se sienten mejor en una casa donde hay orden y donde se cumplen las rutinas diarias. Necesitan acostumbrarse a respetar el horario de las comidas y para ir a dormir, con la ayuda de la firme convicción de los padres decididos a terminar de una vez por todas con el caos y a asumir el rol que les corresponde.
Lejos de ser una grata convivencia, todos los días se libran nuevas batallas, predominando los gritos, los insultos, las malas palabras y la falta de respeto a los padres, que no saben qué hacer frente a esta situación.
Mientras tanto, las habitaciones de los niños están en pleno desorden, después de regresar del colegio la ropa permanece tirada en cualquier parte, los juguetes, libros y útiles escolares se encuentran esparcidos por el piso, la cama está sin hacer y todo luce como si nunca nadie hubiera entrado a limpiar ni a acomodar.
La madre de estos chicos está al borde del colapso, ella representa el fusible que trata de evitar los cortos circuitos entre ellos y el padre; pero últimamente su salud se ha resentido por no poder expresar toda su frustración y bronca.
Cuando vuelve del trabajo, el padre de estos niños comienza con sus gritos y todo se vuelve un caos.
¿Qué es lo que están haciendo mal estos padres sin darse cuenta?
Sus hijos han tomado el control de la casa y ellos lo han perdido; y no saben cómo revertir esta situación porque siguen cometiendo los mismos errores. El padre sigue gritando y castigando a los chicos mientras la madre no dice nada.
En una casa donde no existen las reglas, todos pueden hacer lo que quieren. Los gritos del padre lleva a los niños a imitarlo y los golpes que reciben los conduce a hacer lo mismo con sus hermanos menores, y toda la familia se convierte en un grupo desequilibrado y caótico.
En estos casos, muy frecuentes hoy en día, lo primero que se requiere para volver a la normalidad, es que los padres asuman su rol y pongan las reglas.
Las reglas serán para todos y deberán ser cumplidas, debiendo ser exhibidas en un lugar bien visible.
-Nadie puede volver a gritar
-Nadie recibirá más golpes
-No se dirán más palabrotas
-No se insultarán
-Se asignarán las tareas a cada uno para realizar habitualmente.
-Las habitaciones tienen que permanecer ordenadas
-Las camas tienen que permanecer hechas.
-Ninguno se puede levantar de la mesa sin el permiso de los padres
-El padre le dedicará mayor tiempo a sus hijos, se interesará por su rendimiento en la escuela y jugará con ellos.
-Ambos progenitores se apoyarán entre si en sus decisiones con respecto a los niños y formarán un equipo que trabajará unido.
-Los niños necesitan límites y si no cumplen las reglas, los padres aplicarán una penitencia que deberán hacer cumplir con firmeza.
Los chicos se sienten mejor en una casa donde hay orden y donde se cumplen las rutinas diarias. Necesitan acostumbrarse a respetar el horario de las comidas y para ir a dormir, con la ayuda de la firme convicción de los padres decididos a terminar de una vez por todas con el caos y a asumir el rol que les corresponde.
Publicar un comentario
Muchas gracias por participar de este espacio!
Ver Comentarios
Hola Male, gracias por pasar por mi blog, que horror los mocosos que aprenden a gritar por imitación del padre o la madre, fúchila!
ResponderEliminarhola Juan Jes, cuando se habla en voz baja todos se callan para escuchar, al que grita nadie le presta atención, un beso, malena
ResponderEliminarQué bien suena la teoría, pero no siempre funciona. Hoy en dia estamos criando monstruos, más que personas. Los niños actualmente ya no tienen el respeto que los padres se merecen, por lo general, y la inmensa mayoría de las veces no es culpa de los padres, sino del entorno en el que los niños viven, se están perdiendo los valores esenciales de la convivencia y el respeto.
ResponderEliminar