Todos Mienten




¿Se puede ser absolutamente sincero en esta vida? Creo que no, porque si de pronto todos dijeran la verdad se produciría un colapso mundial, caerían gobiernos, cundiría el pánico en la gente, se paralizarían los mercados, las empresas quebrarían y millones de personas quedarían sin trabajo.  Los noticieros televisivos no tendrían nada que decir, las revistas del corazón desaparecerían y los diarios sólo saldrían una vez por mes porque sería más que suficiente.

Muchas familias quedarían destruidas, porque la verdad dejaría al descubierto traiciones e infidelidades, los vecinos en lugar de saludarse se insultarían, la relación entre padres e hijos se complicaría y se enfrentarían para sostener sus respectivas posiciones, tarea difícil si consideramos que los mentirosos son incapaces de ser honestos.

Todo el mundo está tan acostumbrado a mentir que decir la verdad parece puro cuento; como es por ejemplo decir una cosa por otra, prometer y olvidar, asegurar y luego dudar, reírse por no llorar, simular y ocultar.

Es una forma de vivir ambigua con pocas definiciones, para no tener que comprometerse con nada y sin ningún interés en conocerse a si mismo, al mundo, ni al propio destino.

La mentira convierte a la gente en habitantes de mundos paralelos, porque viven como entre paréntesis,  una pura ficción, algo que no existe, una apariencia que no Es; y a pesar de todos los esfuerzos que se hacen para que las mentiras sean creídas,  resultan lo más difícil de sostener.

Mentir saca de apuros, y crea una imagen que no Es, pero que también resulta útil para convencerse a sí mismo.

Se miente en todos los niveles, en el hogar, en el trabajo, en las escuelas, en el mercado, en las tiendas, en las reuniones de consorcio, en los tribunales, cuando se compra y se vende algo, cuando se está entre conocidos o extraños, para que crean que no se es quien se es,  sino otro.

Todos dicen mentiras por una sencilla razón: para conseguir sus propósitos.

De esa manera fue como se inventaron los trámites, para evitar ser engañados, porque la gente miente en todo y falsea datos sobre su propia biografía, su edad, su experiencia, su trabajo, su domicilio, su estado civil y sobre todo lo que se relaciona con su vida.

De modo que vivimos entre extraños, personas que creemos conocer pero que en realidad no sabemos quiénes son.

Las personas mienten porque desean quedar bien, que los quieran, ser reconocidos y aceptados y creen que si se muestran como son no agradarán a nadie, que ninguno los querrá, y que no podrán ser reconocidos ni aceptados.

Por eso la gente gasta tanto en ropa de onda, se compra los mejores zapatos, los mejores trajes, gastan fortunas en peluquerías, cirugías estéticas y tratamientos de belleza; pasan horas tostándose en la cama solar y ven la última película y todas novelas; para tener algo de qué hablar y para que los demás les presten atención.

Esta vida por lo tanto es para muchos el tortuoso e inútil peregrinaje hacia el otro y expresa la desesperación por deshacerse de sí mismos.

Representa un enorme esfuerzo, porque exige mantener un permanente estado de alerta para poder crear un personaje que les guste a los demás, demanda imaginación y nuevas ideas, porque es necesario tener éxito en alguna disciplina, destacarse en algún deporte, ser “alguien” para lograr nutrir las filas de los afortunados que todos envidian por haber accedido a un lugar de privilegio, inventando un papel que todos quieren interpretar para sentirse igual que los otros.

Sin embargo, hay algunas pocas personas en el mundo que son sinceras, que dicen lo que piensan sin herir a los demás. Son aquellas que tienen bajo perfil, que prefieren estar solas, que hablan poco y que les agrada conectarse con la naturaleza.

Son los que el resto del mundo llama “raros”, que se visten con lo primero que encuentran, que no se fijan si los colores de sus prendas armonizan, que no reparan en su apariencia ni les importa lo que puedan pensar los demás, que no pueden siguen el tren de las modas porque viven como ayer, con lo mismo y encariñados con las cosas que tienen de antes.

Estas son las personas cuyo peregrinaje en esta vida es hacia adentro, en una desesperada búsqueda por encontrarse a sí mismas.