Un
estudio realizado por científicos de la Universidad de Las Palmas de Gran
Canaria y de la Universidad de Navarra, con la participación durante seis años de
casi nueve mil individuos, demostró que las personas que consumen comida
rápida, comparadas con otras que nunca o escasas veces se alimentaba de ellas,
tienen un riesgo 51% mayor de desarrollar depresión.
La
comida rápida consiste en hamburguesas, salchichas o pizza, que junto a los
carbohidratos provenientes de panaderías como las magdalenas, las medialunas,
las rosquillas o las donnas, forman un conjunto de alimentos con alto
contenido de grasa e hidratos de carbono, vacíos de nutrientes esenciales para
la salud.
Este
estudio demostró que cuanto mayor es el consumo de este tipo de comida mayor es
el riesgo de sufrir depresión, según afirma la autora del estudio, Almudena
Sanchez-Villegas.
La
investigación pudo comprobar que los consumidores de comida rápida y
carbohidratos ricos en grasas y pobres en nutrientes, son en general solteros, hacen
una vida más sedentaria, fuman, trabajan en exceso y tienen hábitos
alimenticios que no incluye frutas, frutos secos, pescado, verduras y aceite de
oliva.
Incluso
pequeñas cantidades de carbohidratos se asocian con un alto riesgo de
desarrollar depresión.
Los
individuos que participaron en la prueba nunca habían sufrido de depresión ni
tomaban medicamentos antidepresivos.
Al
finalizar el estudio, luego de seis años, casi quinientos de los aproximadamente
nueve mil que participaron en la prueba, fueron diagnosticados de depresión o
tuvieron que ser medicados con antidepresivos.
Los
datos aportados por esta investigación, confirma los obtenidos anteriormente en
el proyecto SUN, publicado en 2011, en el cual participaron más de doce mil
personas durante más de seis años, de los cuales, más de seiscientos cincuenta
desarrollaron depresión.
En
este caso, el aumento del riesgo asociado a la comida rápida fue del 42%, algo
menor que en el trabajo actual.
Aunque
estos estudios no son concluyentes, sería conveniente controlar el consumo de
estos alimentos debido a su efecto sobre la salud física (obesidad, cardiopatías)
y mental (depresión). Esto es lo que aconseja
Sanchez-Villegas.
La
depresión es una enfermedad que afecta a más de ciento veinte millones de
personas en el mundo, lo que indica que es una de las principales causas de
discapacidad en el planeta y la principal causa en países con ingresos altos y medios.
No obstante estos resultados, la
influencia de la dieta en los trastornos depresivos aún no se ha estudiado lo
suficiente.
Se
sabe en cambio, que las vitaminas del grupo B, los ácidos grasos omega 3, y el aceite de
oliva, incluidas en la dieta, previenen
ciertas enfermedades graves; por ejemplo la dieta mediterránea se relaciona con
un menor riesgo de sufrir depresión y enfermedades cardiovasculares.
Fuente:
Convivir; No,216.
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