Sheril
Kirshenbaum, bióloga investigadora de la Universidad de Texas, Estados Unidos,
en su libro “La ciencia del beso”, afirma que se ha comprobado que el primer
beso es más importante que perder la virginidad.
El
beso tiene un rol fundamental en la pareja, forma parte del juego sexual previo
y es realmente necesario.
Los
besos amorosos reviven la pasión, cuando la vida sexual comienza a transformarse en algo mecánico y monótono.
La
mayoría no olvida su primer beso de amor y luego continuará siendo el placentero preámbulo de futuras relaciones.
Sin
embargo, después de algunos años de relación, las parejas dejan de besarse o
por lo menos no se besan como antes.
Puede
que el beso, como manifestación erótica nunca desaparezca del escenario de una
pareja, y permanezca formando parte del erotismo en la vejez, cuando la
genitalidad no sea el centro de la escena.
Pero también puede haber factores hormonales o psicológicos que no
favorecen la disposición a expresar el afecto mediante esa práctica.
En
la juventud existe una mayor necesidad de acercamiento a la pareja, cuando no
viven juntos y el beso es la oportunidad de máxima proximidad que se puede
practicar en público.
En
los adultos se va atenuando esa necesidad, pero los motivos varían. Puede haber deterioro de la relación de
pareja, debido a exceso de trabajo, problemas familiares, la crianza de los
hijos, o porque alguno de los dos tiene su atención demasiado concentrada en
los propios intereses y anula la necesidad del otro.
Muchas
investigaciones han demostrado los numerosos beneficios que proporcionan los
besos a cualquier ser humano.
El
beso expresa el deseo de unión con el otro, algo que se perdió al nacer pero
que siempre buscamos; nos confirma que nos quieren, que somos importantes para
alguien, que estamos en su mente y nos hace sentir protegidos.
El
beso produce una sensación de bienestar, libera la hormona oxitocina que
interviene en las funciones sexuales, el parto y el amamantamiento. También produce endorfinas, que son
neurotransmisores también relacionados con el bienestar.
El
psiquiatra Jesús de la Gándara afirma que como mínimo tenemos que dar un beso a
nuestra pareja al levantarnos y otro al acostarnos, al salir de casa y al
volver y si es posible un beso erótico al día.
Un promedio de seis a siete besos al día es lo más recomendable.
Los
besos combaten el estrés, queman calorías, son antidepresivos, elevan la
inmunidad, rejuvenecen y son estimulantes sexuales; razones más que suficientes para empezar ya
mismo a besar a nuestros seres queridos.
La
pareja tiene que buscar sus propios espacios íntimos y protegerlos para volver
a hacer florecer la pasión y tener tiempo no sólo para hacer el amor apurados
sino también para besarse.
Según
estudios realizados, los hombres que besan a sus esposas por la mañana, tienen
menos accidentes de tránsito, ganan más y viven cinco años más.
Fuente:
“Buena Salud”; No.238; “¡Por qué las
parejas dejan de besarse?”
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