Tim
Guénard, a los cincuenta años, es un
sobreviviente de la jungla de asfalto, un hombre que pudo vencer sus demonios a
pesar de sus terribles circunstancias.
Su
libro, “Más fuerte que el odio”; que fue traducido a doce idiomas, lleva un
mensaje al mundo sobre el perdón, sobre la indiferencia hacia los necesitados y
hacia las víctimas de los abusos y del abandono.
Tim
Guénard fue abandonado por su madre, que a los tres años lo dejó amarrado a un
poste a la vera de un camino. Luego, maltratado,
vejado y golpeado ferozmente por su padre a quien la policía entregó su
custodia, un hombre alcohólico que vivía con su segunda
mujer y cuatro hijos de esa pareja.
La
última golpiza que le propinó su progenitor, lo tuvo postrado en una cama durante tres
años, donde nadie lo visitó y donde lo único que lo mantuvo vivo fue su
ferviente deseo de matar a su padre.
Posteriormente
pasó por una interminable sucesión de hogares de beneficencia, en orfanatos e
incluso en una residencia psiquiátrica y hasta cometió un intento de suicidio.
Vivió
el mundo oscuro de la calle, fue violado y arrastrado hacia el mundo de los
gigolós, hasta que finalmente fue apresado por la policía y recluido en un
reformatorio convirtiéndose en el líder de los reclusos más peligrosos.
Pudo
escaparse y volver a las calles donde en un universo de sombras encontró la luz
de algunas personas que lo ayudaron, principalmente una jueza que lo orientó
vocacionalmente descubriendo su habilidad para la escultura.
A
partir de allí, Guénard comenzó a trabajar en el taller de un escultor y se
incorporó al mundo del arte y del boxeo profesional.
Sin
embargo, el odio hacia su padre no lo abandonaba y su rostro aparecía en cada
rostro que esculpía.
Guénard
no es religioso pero cree en el “Big Boss”(el gran jefe), que él considera está
siempre acompañándonos, que sufre con nuestro dolor y que es feliz con nuestras
alegrías.
La
fe en el Big Boss se la debe a un hombre que pasaba sus ratos libres en la
comunidad “El Arca”, que tiene sedes en todo el mundo, y donde Guénard lo
encontró un día en que visitó a un amigo.
El
ambiente de ese lugar, fundada en el amor, lo conmovió y comenzó a hacer sus visitas más
frecuentes.
Conoció
allí al padre Thomas Philippe que lo ayudó a cambiar los golpes por las
caricias.
Guénard,
logró casi lo imposible, vencer el odio con el perdón, y poco antes de morir le pudo decir a su padre que lo perdonaba.
Para
Guénard, el verdadero perdón no consiste en decirlo ni en pedir perdón al
otro, sino en vivir muchos momentos
presentes y hacer que el otro sea cómplice de ese acto, hasta que ese presente
supere los instantes del pasado y permita liberarse de ellos.
En
El Arca conoció a su esposa y aprendió a comprender a los que como él fueron
ignorados.
Hoy
vive en una apacible campiña francesa del sur de Francia con su familia,
precisamente donde se encuentra Lourdes, y donde van los peregrinos en busca de
consuelo.
Guénard
fue alguna vez un peregrino y aún continúa siéndolo al dar su testimonio.
En
el mes de Julio pasado visitó Argentina donde se presentó en el Auditorio de la
Universidad Católica Argentina y en el Colegio Marín de San Isidro.
Fuente:
“Más fuerte que el odio”; Tim Guénard.
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