Me caso o no me caso


Vivir juntos sin estar casados o casarse para vivir juntos es la alternativa que tienen hoy en día las parejas; las dos opciones igualmente válidas, ya que la convivencia sin el compromiso de casarse es ampliamente aceptada y hasta recomendada en muchos casos, cuando todavía son muy jóvenes y aún no hay cumplido sus propios objetivos personales.

Por un lado la alternativa de no casarse permite probarse mutuamente, conocerse en la intimidad cotidiana, sin el fantasma de la promesa de que sea para toda la vida o por lo menos hasta que el divorcio los separe; y también es una decisión más económica, más práctica y menos atemorizante.

Pero la convivencia sin casamiento es también un compromiso, principalmente si la pareja tiene hijos, aunque no haya papeles firmados, ya que legalmente la mujer puede tener derechos aún sin estar casada.

Convivir sin casarse deja la puerta abierta para que cualquiera de los dos se vaya sin demasiada culpa y también sin pensarlo ni siquiera un poco, a veces por aburrimiento o para ir detrás de alguien con quien también intentarán convivir por otro lapso de tiempo, seguramente sin éxito, hasta que se cansen.

Todas las parejas que se aman desean estar juntas para siempre, pero los que no están seguros o los que no tienen ninguna intención de atarse a nadie, eligen probar primero, vivir juntos, porque creen que de esa forma no pierden su libertad, que es algo temporal, que no durará para siempre y que podrán hacer en cualquier momento lo que le plazca.

¿Por qué se inventó el matrimonio si hay tantos que tienen miedo de quedar atrapados? Seguramente para formar una familia propia, para que los hijos tengan un padre y una madre que los quieran, los cuiden y los eduquen mientras son chicos; sin embargo, no todos asumen esta responsabilidad y siembran el mundo de hijos desatendidos, mal alimentados, sin contención afectiva alguna, que cuando crecen lo más probable es que se conviertan en delincuentes.

Vivir juntos sin estar casados no libera de las responsabilidades si se tienen hijos, porque su descendencia los comprometerá igual, ni tampoco podrán eludir el compromiso con la pareja, con quien alguna vez tuvieron un vínculo afectivo, aunque no haya nada firmado.

Vivir es estar relacionado, sin embargo, muchos creen que pueden arreglarse solos y no pueden aceptar que su vida en todo sentido, siempre depende de otros.

Se engañan a sí mismos pretendiendo vivir su vida como un eterno ensayo general, sin ser capaces nunca de enfrentar al público y salir a escena.

No quieren crecer y en lugar de dedicarse a forjar su destino para volar y alcanzar sus metas, prefieren seguir jugando como niños subidos a su patineta.

Convivir es como jugar a la casita, “como si” estuvieran casados, sin asumir el compromiso y a “como si” tuvieran hijos, sin asumir la responsabilidad de un adulto.

El “como si” permite dejarlo todo en cualquier momento, para irse a jugar otro juego en otro lado, con otros.