Quiero tener una mascota



La mayoría de la gente, en algún momento de su vida, desea tener una mascota; por lo general un perro o un gato, para criarlo y quererlo desde chico, verlo crecer y hacerlo partícipe de todo; y con el deseo de que se integre a la familia; mientras otros lo pueden querer para que los acompañe cuando están solos.

Todos los que quieren una mascota es porque de alguna manera la necesitan, ya sea para cuidar la casa, para que les haga compañía, para jugar con los chicos o para alegrar la vida de la familia con su presencia; pero pocos piensan en cuáles son sus necesidades propias.

Un perro, por ejemplo, llega a alcanzar una inteligencia que se puede equiparar a la de un niño de dos años; luego, podrá aprender muchas cosas prácticas si se lo adiestra correctamente, pero intelectualmente no progresa, de manera que siempre tendrá que recibir cuidados especiales.

Los chicos crecen y aprenden a valerse por sí mismos, pero un perro será siempre dependiente aunque esté bien entrenado; necesitará salir a pasear, comer a sus horas, estar aseado para que no ensucie la casa, ir periódicamente al veterinario y de vez en cuando estar en contacto con la tierra.

A los perros les gusta el aire libre y la compañía, sin embargo, es común saber de perros que permanecen siempre encerrados en un departamento y que se quedan todo el día, solos, para que sus dueños, cuando vuelven de trabajar, encuentren a alguien en casa.

Un perro es un ser vivo que necesita moverse, correr, estar con personas; no por nada se lo considera el mejor amigo del hombre, de modo que para ser el mejor amigo de un perro hay que adoptarlo con el propósito de considerarlo a alguien con el derecho de recibir los cuidados que necesita y brindarle la felicidad que merece.

Los perros son más leales que los humanos y son capaces de arriesgar sus vidas por sus dueños, por eso, lo menos que se merecen es respeto y muchas veces, tener un perro a quien cuidar, puede ayudar a una persona a elaborar un trauma emocional.

Tuve una vez una paciente que a lo largo de su vida tuvo varios perros, todos ellos, recogidos en la calle. El último que yo conocí lo encontró en la banquina de la ruta dos que va a Mar del Plata, mientras circulaba con su auto.

Mar del Plata, una bella ciudad que lamentablemente, después de cada temporada, queda poblada de perros vagabundos, abandonados por desaprensivos turistas.

Abandonar a una mascota después de haberse servido de ella generalmente para complacer el capricho de un niño durante el veraneo, es un hábito cruel que deja una secuela de perros hambrientos y sucios que vagan por las calles en busca de algo para comer y de un rincón para guarecerse de la lluvia y del frío.

La mayoría muere de hambre o atropellado por un vehículo, mientras a otros se los lleva la perrera y corren la misma suerte.

El cachorro de mi paciente se salvó de morir bajo las ruedas de los muchos autos que circulaban por esa ruta, gracias a su piadoso gesto.

Pero esta paciente, no solamente salvó a un perro destinado a morir siendo apenas un cachorro, sino que cuidó hasta el último día a su vieja mascota, con tanto esfuerzo y esmero como si se tratara de una persona. Me dijo que de esa manera pudo compensar no haber tenido la oportunidad de cuidar a su madre cuando enfermó gravemente de una dolencia que la llevó a la muerte, porque vivía muy lejos.

Los perros son útiles guías para los discapacitados motores y para los ciegos, son los animales que más se adaptan a los humanos y también los que dependen más de ellos, ya que los gatos son más independientes y pueden bastarse solos. Los perros son vigilantes atentos en los hogares, pueden cuidar a los niños y suelen avisar cuando ocurre algún siniestro.

Un perro bien entrenado, puede dar muchas satisfacciones, pero si se le permite hacer lo que él quiere, no tiene límites y no se lo respeta, se comportará en forma errática, tendrá caprichos, será vengativo y romperá las cosas de sus dueños cada vez que se quede solo; porque un perro no tiene visión de futuro, vive sólo el presente y cuando desaparece su dueño, igual que un niño pequeño, cree que es para siempre.

Malena